El
agitado mundo de hoy hace que sólo se piense en producir y producir; no importa
la clase de negocio, industria o proyecto; siempre está orientado a dar la
mayor cantidad de resultados posibles.
Es
esta misma y desenfrenada carrera por lograr resultados, la que nos tiene a las
puertas del desastre mundial. Los recursos naturales han sido explotados
indiscriminadamente y hoy a siglo XXI, nos encontramos con que los gobiernos
quieren comenzar a destruir los únicos pulmones de la tierra en el Amazonas
para volverlo también tierra “productiva”.
Entre
comillas lo escribimos, por que valdría la pena reflexionar sobre qué es más productivo, un desarrollo
agroindustrial por grande que sea o los miles de toneladas de oxigeno que produce
esta vasta región para la humanidad entera.
No
hace falta ser un genio, para saber que la contaminación que azota a los países,
está matando a más gente que los vicios propios de la sociedad como el
tabaquismo, el alcohol o la drogadicción.
En
el relato de hoy, le invitamos a ver en Palabra un simple, pero definitivo
mandato de Dios “Mas el descanso de la tierra te dará para comer a ti, a tu siervo, a tu sierva, a tu criado, y
a tu extranjero que morare contigo” (Levítico 25:6).
Cuando
el Señor entrega la tierra al hombre, le hace todas las recomendaciones para
una sana y larga subsistencia. Manda que la tierra descanse un año entero cada
siete y que aún sin explotarla, ésta le dará con que alimentarse.
Un
gran contraste entre instrucciones como esta y lo que vemos hoy; fabricas que
no paran nunca y por el contario se amplían para producir más. Es cierto que
las necesidades de esta población creciente se duplican a medida que pasa el
tiempo; pero estamos seguros que Dios tenía todo esto calculado. Al paso que
vamos no tenemos mucho tiempo y lo que pretendemos vender como un mejor nivel
de vida, tarde o temprano se volverá en nuestra contra.
Leía
un artículo en el que se propone una campaña para evitar que inteligencias
artificiales determinen la vida del ser humano. Para dónde vamos, la
destrucción es cuestión de muy poco tiempo; pero por supuesto, esto tampoco escapa
al control de Dios.
De
ahí la importancia de dimensionar la
transitoriedad de la vida en la tierra y ver más allá de un simple
producir y acumular, de un mezquino destruir para ganar “…porque nada hemos
traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar” (1 Timoteo
6:7).
Dios
ha determinado nuestro origen y nuestro futuro; en Su pre ciencia sabe aún si
vamos a aceptar o rechazar su plan de salvación en Cristo. Al omitir la
instrucción de permitir el descanso de la tierra, no sólo estaremos echando a
perder el planeta, sino su Palabra.
REFLEXIÓN:
Las instrucciones de Dios no son de subestimar!
REFLEXIONAR SALVA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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