Los que tenemos algunos años encima y
prácticamente somos de otra época, disfrutamos de la expectativa que implicaba
esperar una carta. Siendo jovencito me enviaron de intercambio para aprender la
lengua anglosajona, llegó el día del viaje con una escala y posteriormente a un
aeropuerto nuevo para mi con otro buen tramo en carro.
Tanto mis padres como yo estábamos
literalmente incomunicados; sólo restaba esperar para de alguna manera se
lograra una llamada de larga distancia, poder avisar que había llegado bien y
en lo sucesivo carta iba y carta venia.
No eran los tiempos de hoy que con
solo un click llega el correo a su destino. Podríamos decir que esa espera
implicaba fe de parte de todos. Esperar que alguien llegara bien a su destino
en largo viaje y si no, para esto aplicaba el refrán que dice: “Las malas noticias
son las que llegan primero”.
Suena duro, pero los creyentes de esos
tiempos tenían en quien confiar más y debe ser nuestro caso hoy; pero los
incrédulos?. Lo que sí es claro que los creyentes de esos tiempos tenían mucho
más oportunidad de ejercitar su fe y no como ocurre en estos tiempos del YA.
Tal vez y con todo respeto es por esto
que hoy vemos tanto creyente debilucho en algo tan vital para el cristiano: esperar
en Dios. Si la fe era ejercitada de esta manera apenas cincuenta años atrás, qué
podremos decir de los tiempos de Moisés?. Hombres de Dios que crecían frente a
cada prueba y no tenían más opción que esperar la Gloria de Dios.
Es de admirar la fe de ese varón y
para nada censurables sus lapsos de agotamiento. Nada de televisión, internet o
celulares; su virtud era depositar su confianza, no en una llamada o un correo
electrónico, sino en la voluntad perfecta de Dios.
Que bueno aplicaría un periodo por lo
menos de seis meses de esas condiciones y poder salir fortalecidos. Los jóvenes
dimensionarían de la manera adecuada su relación con Dios y los adultos que
llegan a Cristo fortalecerían esa parte de la Palabra en la que Dios nos invita
a sólo esperar.
Que Dios nos ayude a encontrarnos de
manera genuina con principios tan básicos e importantes como la fe, el esperar
en Él y en consecuencia mostrar los resultados de creerle al Dios todo poderoso
“¿Mas quieres saber, hombre vano,
que la fe sin obras es muerta?” (Santiago 2:20).
REFLEXIÓN: Que la fe crezca con el
tiempo en vez de debilitarse!
REFLEXIONAR SALVA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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