Hace unos días escribimos sobre la
maravillosa opción de haber sido llamados por Dios mismo en su hijo Jesús. No
es algo fortuito, fue un programa de salvación diseñado por el Señor desde
antes de la fundación del mundo “según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que
fuésemos santos y sin mancha delante
de él” (Efesios 1:4).
Ninguna otra criatura ha sido objeto
de algo así, Dios en su omnisciencia sabía desde el comienzo todo lo que iba
a ocurrir con la humanidad. Desde antes de la primera pareja, de su caída, alejamiento y permitir un diluvio para prácticamente arrancar de cero.
Sabía lo que venía con la
descendencia de Abraham antes de su llamado. Lo que ocurre hoy y tiene
todo perfectamente calculado hasta el fin de este mundo, el futuro eterno; ya sea
con o sin Él.
Como creyentes en la actualidad y
parte de ese grupo privilegiado de la iglesia de Cristo, sólo nos resta estar
infinitamente agradecidos “Y él
dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad,
y veas al Justo, y oigas la voz de su boca” (Hechos
22:14).
Esta tarde en el carro, pensaba en lo frecuente que olvido éste don
maravilloso de saberme hijo del Altísimo y cuan a menudo me hallo envuelto en la carrera del día a día.
Obviamente lo digo
por mí, no juzgo pues cada uno tiene su responsabilidad
delante de Dios; pero sí me inquieta saberme a veces tan ocupado y que no
agradezca lo suficiente a mi Señor.
Mantener esa comunión con Dios en cada momento y verme retado a agradarle en cada
uno de mis pensamientos, palabras y acciones. Que Dios nos ayude a buscar oportunidades para expresar nuestra gratitud por
habernos escogido.
REFLEXIÓN: Una cosa
es ser parte del mundo; pero ser llamado para ser parte de la iglesia es otra!
REFLEXIÓN QUE CAMBIA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
¡COMPARTA DE GRACIA, LO
QUE DE GRACIA RECIBE!
Síganos
en Twitter:
@ReflexionBi