En la historia de la humanidad y a la
luz de la Biblia, nos encontramos con algo que hace la diferencia entre el hijo
de Dios y el incrédulo. Se trata de la santidad; la Biblia dice que sin esta no
le veremos “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al
Seño” (Hebreos 12:14).
Existen dos términos que se oponen
radicalmente y son la santidad y el pecado; así como lo son lo frio y lo caliente,
el blanco y el negro o lo alto y lo bajo. Si hay pecado no hay santidad y deja
claramente establecido que sin ella no se irá al cielo “…ni los avaros, ni los
borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios”
(1Corintios 6:9,10).
No se está frio si hay calor y si se
es negro no se puede ser blanco; los hijos de Dios y desde el momento de
aceptar a Cristo como su Salvador, son llamados santos nominalmente. Esto no
quiere decir que ya no pecan, por supuesto que lo hacen; algunos más otros
menos, pero Dios los mira a través de la sangre de su Hijo.
Una vez aclarada la base del tema, nos
encontramos con que pegarse a una u otra opción es elección personal como también
lo es aceptar a Cristo o no. En el mundo escuchamos que el que a buen árbol se
arrima buena sombra le cobija, esto es apenas un refrán, pero la verdad es que uno
se pega de Dios o se pega del Diablo, y lo que de allí salga, será apenas el
resultado de una elección personal y autónoma.
Cristo no viene por los grupos de tal
o cual denominación, comunidad, religión o secta; es claro que Él viene por lo que
describe como Su iglesia, pero primeramente por personas individuales que han
tomado la decisión de seguirlo y obedecerle.
Si el género humano se pegara de la
santidad con la facilidad con que lo hace del pecado, el asunto sería muy
diferente o si hubiéramos sido establecidos en una de las dos sin escoger. Dios
quiere que nosotros elijamos libremente y de ahí que no es válida esa forma de
llegar al incrédulo con un mensaje de terror.
La libertad de estar con alguien se
manifiesta en el gusto de compartir tiempo a su lado, de buscar aprender más de
ésta persona con la sola y desinteresada idea de agradarle. Hay una gran
diferencia entre los que buscan de Dios por temor después de la muerte, por lo
que Él puede ofrecer y los que simplemente le quieren obedecerle con gusto;
dónde está usted?
REFLEXIÓN QUE CAMBIA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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