“Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana
iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando
no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es
neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece“(Santiago 4:13-14)
Frente a muchas necesidades es
necesario recurrir a los demás y para el mundo que feo es quedar debiendo favores. Sobre todo cuando no se tiene cómo devolverlos
y se nos siguen cobrando de por vida.
Esta es una de esas tantas y tristes “virtudes” en
las que hombre sin poder hacer mayor cosa, lo poco que puede dar lo presume para
siempre.
Por fortuna hay asuntos más importantes
en la vida que sólo dependen de Dios y en las que no hay cobro alguno; tal vez
lo único que Él espera es reconocimiento y obediencia.
El tema que nos ocupa
hoy en reflexión, tiene que ver con esa clase de “virtudes” del hombre y a las que Dios no quiere exponer su Obra.
Es por esto que El Señor nos ofrece una
salvación gratuita en su hijo Jesucristo y muchas otras cosas más; pero bajo
ninguna circunstancia admite ni va a permitir que alguien se vanaglorie de
haberlas obtenido por sus medios.
El hombre en su condición de caído
desarrolla todo menos lo bueno por iniciativa propia. Lo vimos por ejemplo cuando
el pueblo Hebreo salió de Egipto; era tal su dureza de corazón que viendo de
primera mano los prodigios de Dios todavía murmuraba.
Es cierto que somos producto y herederos
del pecado; pero no por esto Dios va permitir que “pavos reales” vayan a
jactarse en Su presencia por la eternidad; gracias a Dios por su perfección y
omnisciencia en la que todo lo puede prever.
Sería muy normal encontrarnos al lado
de Dios adjudicándonos el crédito de algo que no merecíamos. Si esto hacemos cuando somos unos pobres
individuos finitos e impotentes, que hoy estamos y mañana no como lo dice
Santiago, qué tal en una instancia de perfección como la que tendremos en el cielo?.
PREGUNTA: Es usted de esos pavos reales?
REFLEXIONE Y DECIDA!
-
REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
¡SI EN ALGO LE HA
ENRIQUECIDO ESTA REFLEXIÓN, NO OLVIDE COMPARTIRLA!