“Otra vez Jesús les
habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo;
el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” (Juan 8:12)
Cada año y por ésta época nos
encontramos con una celebración que se ha convertido en tradición y más que
tradición en costumbre. Se trata de la navidad
y es un evento que para nada refleja su origen.
Pasa el tristemente célebre día de las
brujas o halloween del treinta y uno de
octubre y la gente empieza a armar arbolitos, guirnaldas y una serie de
decoraciones basadas en tradiciones foráneas y de las cuales ni conocen su
origen.
Empiezan muy temprano si tenemos en
cuenta la fecha de la navidad de la tradición que es el veinticinco de diciembre.
Pareciera que todos quieren anticipar o prolongar el espíritu de
estas festividades frente al tedioso y cotidiano diario en el que se ha
convertido la vida moderna.
Lo que sí es sobresaliente en todos
estos adornos, es la cantidad de luces que parece dar vida a hogares, vitrinas,
casas, edificios y centros comerciales; pero hasta dónde estos accesorios
eléctricos alumbran la vida de los que las prenden o las ven?.
No se puede negar la sensación de
calor y alegría que se siente cuando se miran; pero repito la pregunta: Hay
verdadera luz para aquellos que las observan?.
Esto frente a la carencia de un
conocimiento verdadero sobre el origen de la navidad. Si se hiciera una encuesta
sobre el tema nos encontraríamos con que la mayoría de los entrevistados no
saben la verdad.
Está tan desdibujado el tema que todo
se centra en las luces como preámbulo de la comida, los presentes y las demás
arandelas en las que se convirtió algo tan importante.
El verso de hoy nos dice que
Jesucristo es la luz y es a través de este
principio tan básico, pero tan importante que se debería mirar la navidad.
Cristo es la razón de la navidad, es el motivo de la celebración, es el
principio sin fin de la historia; pero es al único que no incluimos.
No puede haber celebración o fiesta
sin el protagonista de la misma y es ahí a donde queremos ir hoy querido
lector. A invitarle a reflexionar sobre
su lista de invitados para esta navidad.
PREGUNTA: Ya invito usted al Señor Jesús?
REFLEXIONE Y DECIDA!
-
REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
¡SI EN ALGO LE HA
ENRIQUECIDO ESTA REFLEXIÓN, NO OLVIDE COMPARTIRLA!