“Porque todo lo que hay
en el mundo, los deseos de la
carne, los deseos de los ojos, y la
vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino
del mundo” (1 Juan 2:16)
En todas las decisiones de la vida se
cosecha algo, todo tiene un resultado para bien o para mal. Si vamos en el
carro y la decisión es volarse los “pares” algo va a pasar. Tal vez no ocurra nada un par de veces; pero tarde o temprano habremos de chocar.
Este ejemplo se ajusta a la vida
normal del que no ha creído en su falta de esperanza; pero cuando hablamos de
un creyente cuya vida debe estar basada en principios bíblicos, es más notable.
Optar por seguir a Cristo y su plan de
salvación suele costar el marginamiento de muchas cosas, de aquellos que un día se llamaron
amigos en el mundo y si persistimos en hacer lo que Dios manda, tarde o temprano hasta la familia nos lo cobrará.
La presión externa es muy fuerte, se
debe estar bien cimentado para aguantar esos chaparrones. Nada mejor para esto
que pararse firme en la roca: “Jesucristo” (Lucas
6:48) y más cuando muchas veces provienen
de la misma casa.
Tal vez si hubiera hecho esto a aquello
todo sería diferente se cuestiona uno. Si hubiera optado por tal trabajo al
otro lado del mundo mi presente sería mejor; no obstante el primer ministerio
entregado por Dios al creyente es su hogar y nada ganamos con los bienes de la
tierra si la familia está perdida.
Como lo muestra el Salmo 37, es difícil
ver cómo el impío prospera y nosotros no, pero ahí aplica preguntarnos en quién hemos
creído?. Yo sé en quien he depositado mi fe, en quien tengo cifrado
mi proyecto de vida y le invito apreciado lector, a dejar que el mundo siga, pero que usted se mantenga mirando al Invisible (Hebreos 11:27).
PREGUNTA: Cuál fue su decisión?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
¡SI EN ALGO LE HA
ENRIQUECIDO ESTA REFLEXIÓN, NO OLVIDE COMPARTIRLA!