“No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni
su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo” (Éxodo 5:17)
Como creyentes y al interior de la
iglesia fijamos siempre nuestra atención en los pecados más relevantes. Adulterio, mentira, chisme, fornicación y otros
de esta triste baraja de actitudes claramente rechazadas por el Señor.
Detenemos nuestra mirada y juicio en
lo ajeno, pero no hacemos un barrido al interior de nuestras vidas. La Biblia
habla aún de pecados que fácilmente se confunden con aquellas actitudes
normalmente practicadas en la vida del día a día.
No hay nada malo en fijarse metas para
la vida, pero en la voluntad de Dios, en Su tiempo y de hecho Él quiere que
seamos cabeza y no cola (Deuteronomio 28:13).
Una cosa es anhelar progreso personal, estudio o trabajo y algo muy diferente
es hacer de esto una carga.
Dijimos que en la voluntad de Dios y
ahí radica la diferencia. Cuando oramos a Dios sobre un anhelo y pedimos Su
dirección, estaremos obrando de acuerdo a lo que Él quiere para nosotros como lo
vemos en (Santiago 4:3).
No es fácil esperar en Dios y de hecho
este es un tiempo en el todo lo queremos ya, y más cuando vemos cómo el
incrédulo cambia cada rato de casa, carro, viaja y “disfruta” de los placeres
pasajeros de la vida.
El incrédulo es alguien que no tiene
en cuenta para nada a Dios en sus planes y no tiene el menor escrúpulo para
lograr lo que desea. Es interesante anhelar cosas que edifiquen y de alguna
manera impacten la Obra del Señor; pero si fijamos nuestra mirada en “deseos” egoístas
que permiten pecado y obtenidas con más de lo mismo, estamos entrando en el
campo de la “codicia”.
La Biblia dice que para nada debemos
codiciar lo del prójimo y habla de nada!.
PREGUNTA: Ha rebasado usted el limite
de los anhelos y anda en la codicia?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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