“Altivez de ojos, y orgullo de corazón, Y pensamiento de
impíos, son pecado” (Proverbios
21:4)
Una de las cosas difíciles en la vida
de hombre, es bajarse de su egocentrismo. Aceptar que hay alguien sobre
nosotros, es un asunto supremamente difícil por el orgullo que nos asiste y
entender nuestra finita condición de humanos nos hace buscar formas de
sobresalir.
Un carro nuevo, una casa más grande, una
finca para presumir o un viaje. Algo que contribuya a que el estatus que
mostramos a los demás sea cada vez más alto y oculte nuestro vacío. Lo
importante es mostrar y hacer sentir a los demás que siempre estaremos por
encima de ellos.
Lograr esto, es un refresco para el orgullo tan propio del ser
humano; pero tan desagradable delante de Dios.
Lo interesante de esto es que cuando
por alguna circunstancia de la vida nos estrellamos con la realidad descrita en
la Biblia, preferimos pensar y aún afirmar que ésta no pasa de ser un acopio de
fábulas.
Que Dios y sus principios son apenas
un consuelo para el perdedor y el conformista; para aquel que no tiene
aspiraciones en la vida y que Su palabra sólo sirve para consolar a los pobres
de intelecto.
El orgullo ha sido y será esa
debilidad insuperable del hombre sin Dios y cada vez que sea confrontado con la
infinita grandeza de Dios hay dos opciones: “Quebrantamiento o aún más dureza
de corazón”.
Ni siquiera es la ignorancia su peor
enemigo, pues la falta de conocimiento
se suple con sabiduría; el orgullo sólo podrá ser combatido con humildad
y esta sólo se encuentra en los corazones dispuestos para Dios.
La Biblia dice que hay que menguar
para que Dios crezca en nosotros; pero algunos prefieren unos palos de golf a
la Biblia o un concierto pop con entradas de precios astronómicos a la iglesia
que nada cobra por recibirlos.
PREGUNTA: Cuál es la condición de
orgullo en su corazón?
REFLEXIONE Y DECIDA!
-
REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
¡SI EN ALGO LE HA
ENRIQUECIDO ESTA REFLEXIÓN, NO OLVIDE COMPARTIRLA!