“Y orando, no uséis vanas repeticiones, como
los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis,
pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis
necesidad, antes que vosotros le pidáis“(Mateo 6:7,8)
Cuando un padre trata de dar una
instrucción a su hijo, mientras el muchacho reza las tablas de multiplicar una
y otra vez, evidentemente allí no hay comunicación. Es imposible lograr entendimiento
entre dos partes que no se escuchan o no hablan el mismo idioma.
De la misma forma encontramos a Dios
tratando de hacerse entender con personas que se limitan a repetir una y otra
vez elaborados rezos de hombres. Yo le pregunto con respeto: Lograría usted
algún tipo de acercamiento a una persona en esas condiciones? Por supuesto que
NO es la respuesta y esto es lo que practican las religiones del mundo.
Cómo hacer entender a estos, si es algo
tan básico como una conversación entre dos personas?. Parece una tarea
imposible entregar unas instrucciones, si no entienden o no quieren obedecer algo
tan elemental. “les dijo: Mi madre y mis hermanos
son los que oyen la palabra de
Dios, y la hacen.” (Lucas 8:21)
Cuando usted no entiende una
instrucción, lo más probable es que no la realice o haga todo al revés. Esto traducido
a un ambiente laboral del mundo, sólo llevaría a un resultado más que esperado:
El despido.
Dios lleva muchos años o mejor siglos,
hablando a un pueblo que no quiere entender, que no quiere escuchar, que no
quiere obedecer desde lo más básico. En este orden de ideas cómo pretender, que
las cosas salgan bien o que Él bendiga algo que no está bien hecho? Cuando se
habla de orar, es Dios mismo buscando una conversación con usted.
No es la primera vez que tocamos el
tema; pero es realmente inquietante ver los millones de personas que cada día
se van al abismo, por no querer escuchar. Desde el personaje más básico
intelectualmente hablando, hasta el más letrado, no hay diferencia. No importa si
habla uno o varios idiomas, simplemente no obedecen, oyen; pero no escuchan. “Mas cuando yo te hubiere hablado, abriré tu boca, y les
dirás: Así ha dicho Jehová el
Señor: El que oye, oiga; y el que no quiera oír,
no oiga; porque casa rebelde son.” (Ezequiel 3:27)
La gente está tan atrapada en su
visión del mundo y de Dios, que prefieren no intentarlo!
PREGUNTA: Es usted de los que no
quiere oír?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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