“Cuando a Dios haces promesa, no tardes en
cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes.
Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas.” (Eclesiastés
5:4,5)
Uno
de los aspectos más complicados en la vida de una persona es el cumplimiento.
Cumplir una simple cita, una promesa, la palabra, las obligaciones en casa, el
estudio o el trabajo, en fin, una serie de compromisos que muchas veces se
quedan en el aire. Este es un flagelo sobre todo en la sociedad latinoamericana,
pues en los países anglosajones todavía se vive con alguna rigidez en este
sentido.
Lo
que si queda claro detrás de todo esto, es nuestra falta de compromiso con nosotros
mismos y con los que nos rodean. Todo esto puede considerarse como una falta de
respeto con el prójimo. Lo ideal en una cita es llegar diez minutos antes y no
uno después de la ahora acordada; pero sería bueno preguntarnos qué dice Dios
al respecto.
El
verso de esta reflexión, nos dice que
cuando uno ofrece algo debe cumplirlo, de lo contrario es mejor no ofrecerlo.
Con el Señor las cosas son muy serias y es bueno evaluar qué tanta bendición
perdemos por no cumplirle a Él. Debemos entrar en una conducta similar, comenzando
por el núcleo de la sociedad que es la familia; con la esposa, el esposo, los
padres y los hijos. Una práctica del día a día si leemos el segundo mandamiento,
en el que se nos ordena amar al prójimo como a nosotros mismos.
Esto
implica no hacer a los demás lo que no queremos para nosotros; a esto se le
llama disciplina, conducta, cultura, educación y de muchas otras formas; pero
lo que realmente nos debe llamar al orden, es que esto no sólo lo espera la
sociedad que nos rodea, lo espera Dios. Nuestro parámetro de vida debería ser la
palabra de Dios y no lo que dice la gente “Además
habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos” (Mateo
5:33).
Así
y las cosas: A quién debemos le debemos cumplir?
PREGUNTA:
Qué tanto nos gusta esperar, como para hacerlo con otros?
REFLEXIONE Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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