“Estad
quietos, y conoced que yo soy Dios…….Nuestro refugio es el Dios de Jacob” (Salmo 46:10-11)
Frente
a un periodo de lluvia, todo va bien mientras la vemos caer a través de la
ventana; pero cuando comenzamos a sentir que el agua nos llega a los tobillos
todo cambia. Quiere decir que las cosas empiezan a complicarse y más si esta llega
a las rodillas, la cintura o el cuello.
Esto
aplica a todas las circunstancias en la vida del Creyente y aquí entra en juego
nuestra capacidad de “reconocer a Dios”. Quién es Él para nosotros?. La Biblia dice que debemos reconocerle en todos nuestros caminos. Cuando uno tiene el agua al cuello, la
reacción es salir, una motobomba o nadar en últimas; pero estas opciones
representan nuestra intervención y no la de Dios.
Cómo
esperar en Él cuando estamos camino a ahogarnos? El corazón nos juega muchas pasadas que nos desaniman, desconsuelan,
deprimen y hasta nos hacen renunciar. Es ahí cuando el hijo de Dios (usted), debe mirar
al invisible; cuando debe vivir todo aquello que ha confesado con su boca y
que a veces es tan difícil materializar.
Es
ahí, cuando la fe es probada, pues la Palabra dice que ésta traduce “certeza”
y “convicción” de algo que no vemos. Que Dios nos ayude, pues es muy fácil
decir; pero muy complicado vivir. “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que
no se ve” (Hebreos 11:1)
PREGUNTA:
Ha logrado quedarse quieto cuando se está ahogando y ver su fe en acción?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –