jueves, 15 de septiembre de 2011

UN OBJETIVO


Cuál es su objetivo en una competencia?

Desde hace muchos años, desde la antigua Grecia y con una frecuencia de cuatro años, existe un evento de carácter mundial que congrega a deportistas de todo el planeta. Este evento reúne a los mejores de cada país en diversas disciplinas; pero esto no se da de una día para otro.
Estos hombres y mujeres han tenido que dar lo mejor de ellos, sacrificando sueño, tiempo de estar con sus familias e incurriendo en una serie de renuncias que sólo ellos y sus entrenadores conocen. Aquellos que los vemos en la televisión dando lo mejor de sí, no imaginamos todas las implicaciones y sacrificios ejecutados.
De la misma manera los creyentes tienen un ejercicio de carácter espiritual y físico “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible” (1 Corintios 9:24,25)

Así como estos deportistas que van a los olímpicos, deben desarrollar fuerza, resistencia, flexibilidad y otras áreas necesarias para lograr sus propósitos, los Cristianos deben, no sólo entregar tiempo, deseos, placeres y gustos sino las cosas propias del mundo para lograr la fortaleza, madurez y sabiduría en su vida diaria con el fin de agradar a Dios.
El tema deportivo implica regímenes especiales de sueño, alimentación, nutrición y sustraerse de muchas otras cosas que aunque le encanten al atleta, hay que abandonarlas. Lo mismo es en lo espiritual. Hay muchas costumbres y hábitos, que aunque parezcan adecuados, son perjudiciales en nuestro crecimiento.

La vida de aquel que entra a ser parte de la familia de Dios, no puede ser la misma que tenía antes, cuando sus prioridades estaban basadas en las cosas del mundo. Sacrificio si; pero un sacrificio que se desarrolla con mucho gusto poniendo la mirada en la cosas que NO se ven.
Es de admirar y digna de imitar, la disciplina desarrollada por un deportista, que lo deja todo en el campo de práctica con el único propósito de lograr una medalla para su país.
El paralelo mostrado por Pablo en 1 de Corintios es claro y tiene sólo un propósito, hacer entender al creyente la necesidad imperativa de darle el primer puesto a la carrera que llevamos de la mano del Espíritu Santo Corred de tal manera que lo obtengáis”, y que si no nos sustraemos de ciertas practicas de la vieja naturaleza, no lo vamos a lograr.
Para cerrar, Pablo muestra la gran diferencia entre la carrera del atleta y la del Creyente “…ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.”, no importando las implicaciones que este esfuerzo conlleva; pero con la satisfacción de la tarea bien hecha “he peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:6-8)

PREGUNTA: Y cómo va su carrera?

MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –