jueves, 7 de julio de 2011

DIOS NO TIENE NIETOS



En la crianza y apoyo que damos a nuestros hijos, encontramos muchos padres que no atienden para nada la sana conducta de guía y disciplina dejada por Dios. Está tan desdibujado el rol de padre que no hay que ir muy lejos para verlo “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6)
Hay aquellos que brillan por su ausencia mientras que otros que se van al extremo de la sobreprotección. Existe un grupo del que esperaríamos más. Es el de los padres creyentes, que por su condición de conocedores de la voluntad de Dios en la Biblia, deberían asumir una sana postura. Sin embargo podemos ubicarlos en el segundo grupo y se empeñan en suplantar a Dios en la formación de sus hijos. Estos padres están impidiendo el libre  actuar de Dios en el proceso preparado para ellos. “Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él” (Eclesiastés 3:10)
Vemos individuos, con cuarenta y más años, con esposa e hijos, a los que sus padres todavía les sostienen. Gastos de casa, vehículo y hasta  les hacen el mercado. Cómo esperar que estos individuos se formen realmente y asuman su papel de sacerdotes en sus hogares con la enfermiza y entrometida autoridad de sus padres?
Como padres, podemos eventualmente afirmar y de manera personal, que tenemos  una relación con Dios; pero esta no es necesariamente la posición de nuestros hijos frente a Él. Llegaran a ser tal vez religiosos, pero muy difícilmente unos creyentes comprometidos y establecidos, pues nunca les dimos la oportunidad de experimentar la necesidad espiritual, emocional, física o material “Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo” (Hebreos 12:6) Esto es algo sobre lo que Dios nos va a pedir cuenta, ya que como resultado de nuestra nociva intervención, tal vez muchos de estos se pierdan.
No se trata de flagelación; pero bien sabido es que nadie aprende en cabeza ajena y si les impedimos pasar por estas experiencias permitidas por Dios, no van a ser tratados, renovados y menos afirmados en el caminar Cristiano.
Recuerde apreciado amigo, que “Dios no tiene nietos”, y que sólo a través de una relación personal de su hijo con Dios y sin su interferencia, se podrán obtener los resultados que Dios espera. No los suyos!
En cuántas ocasiones hubiéramos querido trasladar nuestra experiencia acumulada a nuestros hijos? Pero Dios trata con cada uno de manera individual, no en grupos y gracias a Él por esto. “Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”(Mateo 13:30)
El tratamiento de Dios es realmente un privilegio y no una carga. Es lo que realmente nos va a confrontar con nuestros miedos y pecados, con nuestras fortalezas y debilidades, con nuestra autosuficiencia o nuestra dependencia de Él.
PREGUNTA. Es usted de los que todavía le hace el mercado a sus hijos?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 -