Cuando hablamos de un deportista olímpico, pensamos en sus logros, en las medallas que gana, en si ganó oro, plata o bronce; pero nunca pensamos en todo lo que implica ese camino para lograrlo.
Por supuesto no nos referimos a los “deportistas” comerciales, y cuyas motivaciones son el dinero y la fama. Triste condición y es la misma sociedad de consumo la que ha llevado a estos a no desear más riqueza por encima del honor.
Cuándo ha visto usted a un deportista olímpico figurando en primera plana por fuera de competencia?. Nunca, una vez que ganan o pierden pasan a ser anónimos y hasta los ignorados que trabajan en algo más para sobrevivir.
Por el contrario los comerciales, figuran todo el tiempo en las noticias, en cuánto va a ganar el próximo año, el carro o la casa de millones que compró; pero lo más triste es que figuran más por sus escándalos con sus parejas o las borracheras que protagonizan.
Que desdibujado está el término deporte, y como es de esperarse hoy no pasa de ser un sofisma de distracción para el incrédulo, que emplea su tiempo y atención en estos personajes tan cuestionables.
Esto nos hace reflexionar sobre los deportistas que menciona el apóstol Pablo en Corintios, y por supuesto se refiere a los que aspiraban a tener el honor de participar en las olimpiadas y no a los que aunque llenos de dinero, son tan pobres que no tienen sino eso.
De los que se abstienen aun de algunos alimentos que les gustan para mantenerse en forma. De ese riguroso entrenamiento que incluye una equilibrada nutrición, un adecuado horario de descanso y una vida social totalmente diferente a sus congéneres.
No los desórdenes de las estrellitas que la pasan en discotecas o en sitios paradisiacos mal gastando lo que la fama les reporta. Para ser un deportista (creyente) genuino, se necesita algo más que una habilidad, se necesita integridad.
De ahí que Pablo invite al creyente promedio a correr la carrera de la manera en que un deportista olímpico lo hace. Hay mucho en juego y no son precisamente los placeres mundanales.
En el caso de los Corintios, ellos estaban muy familiarizados con el tema olímpico pues allí nacieron los juegos. “Corred de tal manera que lo obtengáis” (1 Corintios 9:24b), es una invitación a la no mediocridad y a mirar como dice el rey Salomón más allá del sol.
No a lo que escasamente tenemos delante de la nariz, sino a la eternidad. El deportista genuino descrito así “…ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible” (1 Corintios 9:25); pero el creyente tiene una carrera que como dijimos antes define su eternidad con Dios.
Que su carrera apreciado lector, se concentre en imitar la disciplina y sanos propósitos de un deportista olímpico y no en la triste visión del mundo de uno comercial.
REFLEXIÓN: La forma como se entrena y disciplina define al deportista y la medalla a recibir!
REFLEXIONAR ES INHERENTE AL SABIO!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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