Cuando uno se postula o es postulado a
cualquier posición en la casa, el estudio, el trabajo o el gobierno; viene un
periodo de incertidumbre y de campaña propia o común para lograr que nuestras
cualidades y dones sean tenidos en cuenta para la elección.
Siempre habrá uno más opcionado que
los demás y se espera que el idóneo sea el elegido y no como pasa en la
política hoy, que el electorado termina votando por el menos malo. Lo vemos en
campañas a la presidencia de nuestros países, en las que el factor común no es una
propuesta orientada a mejorar las condiciones de pueblo, sino a degradar a los
contrincantes.
Con Dios el tema es diferente, en ese
orden de ideas el resultado lo es igualmente. Durante el proceso de la muerte y
resurrección de Jesús se perdió uno de los apóstoles. Ya la historia lo relata
suficientemente claro para hacerlo aquí; pero vino algo con lo que los
apóstoles tal vez no contaban.
Era tiempo de reemplazar a Judas y cómo
lo habrían de hacer o quiénes serían esos candidatos. La Biblia no lo dice con
detalles, pero pensaríamos que eran los más cercanos a la causa de Jesús, algunos
de los muchos que le seguían “Y
señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a
Matías” (Hechos 1:23).
Hay un verso que
parece mostrar un evento de suerte para esto y por supuesto no fue así. El
reemplazo de Judas no obedeció a un cara y sello “Y
les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once
apóstoles” (V:26), Dios mismo intervino como en todos los casos y
gracias a Él por esto “Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los
corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido” (V: 24).
Dios es quien conoce
el corazón de cada uno y para sus propósitos no podía elegir a alguien que no
estuviera a la altura espiritual de la tarea que se venía. No quiere decir que
Justo no tenía la capacidad, sólo que para él tenía otra tarea que con toda
seguridad sacó adelante con éxito de la mano de Dios.
Estos hombres debían
seguir con la gran comisión de Cristo e hicieron la tarea; pero ya hemos bajado
la guardia. Con tristeza vemos que la institución iglesia de hoy ya no alcanza
a la gente como antes y la pregunta es, se estarán eligiendo a los indicados?
Dios conocía de
antemano a Judas, su maldad, lo usó para su plan y así mismo conoce a los
líderes de hoy tanto en la iglesia como en el mundo; a quienes sigue usando
para dar a cada pueblo lo que merece. No pensemos que Él está ausente de las
llamadas elecciones democráticas o inclusive de las dictaduras.
La humanidad olvida
que Dios es quien pone y quita reyes (Daniel 2:21),
pero con la diferencia de que hoy no pone a los más capaces y de corazón
limpio, sino a los que necesita.
REFLEXIÓN: Dios
siempre tiene un plan para nosotros, esperemos en Él!
REFLEXIONAR SALVA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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