jueves, 4 de abril de 2019

UNOS SI OTROS NO


A lo largo de la historia bíblica encontramos hombres altos y bajos, negros o blancos, ricos o pobres, creyentes o incrédulos. Éste último factor es predominante en cualquier tiempo, pueblo y lugar sobre los otros.
En los tiempos del reino dividido después de Salomón hacia el año 930 A.D., el pueblo escogido de Dios empezó un periodo de luchas internas y que obedecían al gobernante de turno.
En el caso que nos ocupa hoy, encontramos a reyes temerosos de Dios y otros que no y por razones obvias eran los responsables de hacer pecar o recibir bendición al pueblo gobernado.
Reyes como Ezequías o su nieto Josías sobresalen por su buen gobierno y aceptación; otros como Jeroboam o el tristemente famoso Acab alejaron y corrompieron a su pueblo Así fueron humillados los hijos de Israel en aquel tiempo, y los hijos de Judá prevalecieron, porque se apoyaban en Jehová el Dios de sus padres“(2 Crónicas 13:18).

El relato de hoy nos muestra cómo hasta dentro del pueblo de Dios, habían unos que le seguían genuinamente, mientras otros le aborrecían; de la misma forma y dentro de la iglesia de hoy, hay unos que confían en lo que Dios tiene para sus vidas y los que no.
Para la maldición solo falta dar un paso la desobediencia, para la bendición otro, la obediencia y como lo dice el verso confiar solamente en Él; el asunto es simple, pero que difícil resulta para unos vivir en los parámetros de Dios.
Cada día como lo comenta Pablo en Romanos 7, se genera una lucha interna con nuestra carne en la que muchas veces perdemos la batalla, nos hace caer en la frustración e impotencia y nos muestra una sola salida: Jesucristo!
Lo importante de todo esto es perseverar, no quedarnos en esa frustración; sino de la mano del Señor seguir adelante como se expresa en Filipenses 4:13. Frases como “todo” lo puedo en Cristo, deben ser las inspiradoras para el día a día y saber que Aquel que las escribió es Todo poderoso para respaldarles.
Luego de esa lucha diaria por dar lo mejor de nosotros delante de Dios y buscar esa santidad que se espera de nosotros, nuestra noche y sueño deberían comenzar meditando en uno de tantos versos bíblicos como: En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Salmos 4:8).
Desde el primero hasta el último verso de la Biblia, encontramos un factor predominante: “Apoyarse en Dios y no en nosotros”; no como una muleta, sino como Aquel a quien se le debe toda la Gloria.
REFLEXIÓN: En apoyarse en la Roca o en nosotros está la diferencia!
REFLEXIÓN QUE  CAMBIA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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