Cuando vemos las condiciones de hoy,
no es difícil descubrir que éste es un mundo gobernado por hombres y para
hombres en todo el sentido de la palabra. La sociedad de hoy está tan lejos de
Dios, que para nada le contempla en Sus decisiones.
Eventualmente se le menciona en la política,
la academia y como sería de esperarse en lo eclesiástico; pero las directrices
que guían tristemente el día a día del hombre promedio, son producto de
intereses personales, corruptos y con muy pocos deseos de agradar al Señor.
Esto se da aún en aquellas esferas en
las que se debería contemplar a Dios; se habla de un “dios” lejano, sin
capacidad de injerencia en las vidas y menos en los gobiernos. Nótese que
hablamos de un dios con minúscula y no de el gran Dios del que habla la Biblia,
que intervenía y lo hace aún en todos los movimientos de Su pueblo y del
universo.
Cuando el pueblo judío pidió al Señor
y por intermedio de Samuel un rey que lo gobernara como a los demás pueblos, no
estaban rechazando al profeta; sino a Dios mismo y empezó ese proceso de
alejamiento que incluye a las esferas eclesiásticas judías, a otras religiones
y por supuesto al mundo secular.
En el verso de hoy encontramos como el
apóstol Pablo fue un religioso llamado por Dios mismo y no por hombres “Pablo, apóstol (no
de hombres ni por hombre, sino por
Jesucristo y por Dios el Padre
que lo resucitó de los muertos” (Gálatas
1:1). El término apóstol es utilizado en la Biblia para aquellos hombres que
tuvieron un trato directo con Cristo, éste fue el caso de Pablo en su camino a
Damasco y fue el último en ver personalmente al resucitado.
Siglos más tarde encontramos entre
varios a otro religioso, llamado a ser instrumento de Dios en la formación de
la Iglesia de Cristo. Hablamos obviamente de Martín Lutero, que propició ese
punto de quiebre para pasar de una simple religiosidad a una genuina
relación con el Salvador.
Hoy y desde hace siglos, se designan
en el ámbito religioso a hombres impuestos por otros hombres, que se han tomado
la atribución de llamarse representantes de Cristo en la tierra y nada más
blasfemo que pretender reemplazar al Cristo vivo.
Producto de una manipulación de
conciencias, que no tiene para nada en cuenta la Palabra escrita de Dios; que han
sacado de contexto Sus instrucciones y las han adecuado a las necesidades
mezquinas del mundo.
La historia sigue revelando como se ha
violado, secuestrado, matado y en general vulnerado para no mencionar más
atrocidades, a hombres, mujeres y niños empleando el nombre de Dios.
No se podría esperar algo diferente de
hombres impuestos por hombres; gracias por que el Señor llamó a varones como
Pablo, no para llenarlos de dignidades y títulos, sino de humildad y voluntad
de trabajo por la Iglesia.
REFLEXIÓN: Mientras Dios llama santos
al servicio, el hombre impone líderes a gobernar!
REFLEXIÓN QUE CAMBIA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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