Jesús siempre ha sido y será causa de
discordia, enfrentamientos y decisiones en el ser humano. Un personaje como Él
no puede pasar desapercibido en ningún lugar del mundo o contexto; el nombre de
Jesús siempre será motivo para abrir conversaciones, discusiones,
disertaciones, conflictos y por supuesto de rupturas.
De cualquier cosa la gente está
dispuesta a hablar menos, de Aquel que es motivo de preocupación, zozobra o alegría como en el
caso del creyente. Cualquier tema puede ser tocado en una visita o mesa
familiar, pero cuando alguien se para con una posición bíblica, todo el mundo
se pone nervioso.
Los
creyentes llevamos y por la Gracia de Dios esa ventaja, ya nada, ni nadie nos
preocupa; por lo menos no al punto de quitarnos el sueño como a los que no
tienen esperanza. Ésta era la situación en el pasaje que nos acompaña hoy “¿Qué haremos? Porque este hombre hace
muchas señales. Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos,
y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación“(Juan 11:47,48).
Es
evidente el gran malestar que estaba causando para los políticos y religiosos
de ese tiempo; la situación no era fácil en el tanto y cuanto ellos todos, tanto
judíos como romanos estaban esperando al mesías; unos para liberación y otros
para enfrentarlo.
Los
judíos por que estaba profetizado que alguien les daría libertad y los romanos
por que ya los zelotes y otros grupos estaban haciendo presión para imponer su
radicalismo por una parte y por otra para librar a su pueblo del yugo al que estaban
sometidos.
Estos
ya habían tenido el control de Jerusalén luego de la primera guerra entre
romanos y judíos entre el 66 y el 73; luego los romanos lo retomaron y fue
cunado destruyeron el templo. El
tema era algo vigente y por esto Caifás y los religiosos decidieron matarle “…nos conviene que un hombre muera por
el pueblo, y no que toda la nación perezca” (Juan
11:50).
Obviamente esto estaba bajo el control de
Dios y fue Él mismo quien propició estos eventos que terminaron en el
sacrificio perfecto de Cristo por la humanidad. No para liberar al pueblo de
los romanos; sino para librar a todo el que quiera de la muerte espiritual en
que se encuentra.
Los judíos no lo entendieron y no lo entienden
todavía; pero dice la Biblia que un día lo harán “…para
que en el nombre de Jesús se doble toda
rodilla de los que están en los
cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra” (Filipenses 2:10).
De
ahí la importancia de no dilatar esa decisión, por Aquel que en todo el Nuevo
Testamento es motivo de zozobra o de alegría.
REFLEXIÓN:
Es indescriptible el fresco que se siente cuando nos decidimos por Jesús!
REFLEXIÓN QUE CAMBIA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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