Cuando se habla de Dios en términos
religiosos, sólo se toma en cuenta su calidad de misericordioso y en general a ese ser bueno que es sólo amor y que a nadie va a
llamar a cuentas.
Pero
cuando vemos versos como el de hoy, encontramos algo muy diferente “Pensáis que he venido para dar paz en
la tierra? Os digo: No, sino disensión. Porque de aquí en adelante, cinco en
una familia estarán divididos, tres contra dos, y dos contra tres” (Lucas 12:51,52).
El mensaje de Jesús fue muy claro, basta ver
versos como este en los que está llamando al orden así como lo hizo previamente
su primo Juan. El de Juan, era un mensaje al arrepentimiento y una de sus
frases favoritas era de que el reino de Dios se había acercado y se acercó
tanto que vino el Hijo de Dios en persona.
Con Jesús no sólo el reino se había acercado,
Dios mismo había venido a reconvenir y llamar al orden. A decir las verdades
que los religiosos nunca son capaces de decir. La autoridad con la que habló
Jesús en la tierra, no la ha tenido ni la tendrá nadie “Y se
admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad” (Lucas 4:32).
Aunque
tenía compasión por ese pueblo alejado de su Padre, nunca le tembló la mano
para decir las verdades que llamaron y llaman al arrepentimiento hasta hoy.
Nunca habló con paños de agua tibia, habló de salvación o de condenación.
Desafortunadamente
al hombre le gusta hablar con rodeos y prefiere la popularidad al rechazo que
genera la verdad; o cuál de los políticos que usted conoce pone como pieza
clave de su campaña hablar de la realidad que oprime al pobre en términos reales,
al contrario se dedica a ofrecer promesas utópicas.
El
señor Jesús como lo dice en el verso de la reflexión,
vino a dividir inclusive hogares. A separar hijos de padres y soy testigo de
cómo mi señora fue repudiada por su madre cuando lo recibió. Hoy los padres aceptan el pecado abierto de un
hijo que se declara homosexual, por no alejarlo de la casa o por que dependen
de este.
La
verdad es que a ese pobre individuo le valdría más irse a pasar necesidades,
que morir en pecado y por la eternidad. Conozco una madre con un hijo médico y
drogadicto, que prefirió expulsarlo de su casa a verlo como se hundía en el
pecado.
Con
mucho dolor lo veía posteriormente de lejos, en la calle pidiendo limosna para droga
con otros en igual condición y esto a la
puerta de un templo religioso donde no se les exhorta; pero con la esperanza puesta
en Dios, para un día a través de Cristo sea rescatarlo de la muerte.
La
misericordia en términos de hombres pierde al pecador, la disciplina en
términos de Dios forma y salva. Que la tarea apreciado lector, sea la de fomentar
la verdad de Dios en nuestro hogar, en nuestra familia, amigos, vecinos y el
que se aleje de nosotros, será por que no es de Dios.
REFLEXIÓN:
La verdad confronta y salva, la religiosidad palea y da muerte!
REFLEXIONAR SALVA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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