sábado, 20 de abril de 2019

DIOS ES QUIEN DA


La gran comisión entregada por el señor Jesús a la iglesia, habla en primera instancia y como objetivo principal, el de llevar el Evangelio al mundo incrédulo y no importando la lengua, raza  o nación. Desafortunadamente encontramos que no siempre se trabaja con objetivos o herramientas netamente bíblicas.
Con las falencias propias de los seres humanos, se recogen y emplean recursos, no de la manera que Dios esperaría. Algo que leemos de parte del Señor y que no siempre hacemos, es a esperar en su tiempo y en su voluntad.
Se implementan formulas humanas, que terminan por desvirtuar el mensaje que Dios quiere mostrar al perdido. Parte de esperar, es entender que si el Señor nos pone una tarea, Él mismo nos dará los medios para sacarla adelante.
En el verso de hoy vemos un claro ejemplo de cómo Dios da la provisión para su Obra sin necesidad de cuentos de hombres Y vino todo varón a quien su corazón estimuló, y todo aquel a quien su espíritu le dio voluntad, con ofrenda a Jehová para la obra” (Éxodo 35:21).

Nos muestra por una parte, que es Él mismo quien pone en la gente el deseo de dar, de hacerlo voluntariamente y cuando se hace de esta manera, el resultado en la persona que da es de un profundo gozo.
Muchos acuden a mensajes sacados de contexto como el de la prosperidad, la promesa de recibir a cambio de dar, la “oración” sesgada desde el púlpito que presiona la ofrenda y otros que francamente dejan muy mal parado a un Dios todo poderoso como el de la Biblia.
Dios no necesita de nuestro dinero, pero nosotros sí necesitamos de Él y escuchamos cómo esos dineros mal habidos, terminan en manos de algunos líderes que llevan vidas equiparables a la de cualquier rico o mafioso local.
Días atrás escuchaba el relato de un hombre, que en su calidad de electricista visita la residencia de mucha gente. Entre estas la de una líder “evangélica” con nexos políticos y comentaba sobre el barrio, el terreno y la clase de mansión en la que vive como producto de su negocio de traficar con la fe.
Las casas de ricos que la rodean no se acercan a la suya; el séquito de sirvientes y guardaespaldas a su servicio o la colección de motos de sus hijos. Que pena escuchar esto que para nada se compara con la humildad de Jesús.
Lo peor es que parece que a sus seguidores les encanta  eso, que los engañen, los roben y esto claro, con un pésimo testimonio que no solamente impide que otros muchos entiendan la verdad de Cristo; sino dan mala fama al mensaje de un Dios santo, santo, santo.
REFLEXIÓN: Cuidado con cuánto, cómo y a quién le da para la Obra!
REFLEXIÓN QUE  CAMBIA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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