La limpieza ha sido y será básica en
la vida de una persona; es cierto que no ha sido la más practicada en algunos
pueblos y en algunos tiempos; pero no podemos negar su importancia y más cuando
hablamos de Dios.
Para éste tema hemos citado varios
versos, en los que resalta la importancia de ser limpios. Dios creó animales de
dos clases “De
todo animal limpio tomarás siete parejas, macho y su hembra; mas de los
animales que no son limpios, una
pareja, el macho y su hembra.” (Génesis 7:2).
En la ley todo sacrificio estaba
enfocado a un solo objetivo, la limpieza de los pecados “…se hará expiación por
vosotros, y seréis limpios de
todos vuestros pecados delante de Jehová.” (Levítico 16:30).
En la presentación personal la limpieza era una orden “…lavaréis vuestros vestidos el
séptimo día, y así seréis limpios;
y después entraréis en el campamento” (Números 31:24) y todo lo que
tenía que ver con el aseo.
Ya en el nuevo pacto, el trabajo de la
Palabra está enfocado a sacar la suciedad que traemos de
nuestra condición de pecado desde Adán “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado” (Juan 15:3).
Vemos como factor predominante en
estos versos la limpieza en todo sentido; la verdad es que una sola cosa puede
explicar la suciedad de esos pueblos bárbaros que pululaban por Europa o los que
llegaron a América, y es la falta de la genuina palabra de Dios.
Si examinamos la historia, podemos ver
que en todos predominaban los cultos paganos o la religión. Hoy muchos se bañan
y hasta perfumados andan; pero muy pocos son verdaderamente limpios en su
corazón.
Bendito Dios que no quiso ni quiere un
pueblo sucio en ningún sentido de la palabra; que por el contrario nos insta a buscar la limpieza en todo sentido; desde el baño que lava el
cuerpo, hasta la lectura de la Biblia que limpia el alma.
REFLEXIÓN: Contemplar a Dios en la
vida implica limpieza!
REFLEXIÓN QUE CAMBIA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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