De acuerdo a la Real Academia de la
Lengua Española, este es un término que en su acepción más común está orientado
a la apariencia de algo o alguien. Aprendí a emplearlo para calificar el aspecto
de una persona en su apariencia o en su trabajo; pero existe una acepción más
importante como creyentes.
“Exento de tacha”, conocida por el
mundo, que sin tener en cuenta los orígenes de la palabra, hoy tenemos que
hablar del único “impecable” en el universo. Tal vez la palabra sea utilizada en
otros contextos; pero si vamos a la Biblia, el único que puede usarla en
relación con su vida es Cristo.
“Incapaz de pecar” dice el diccionario,
y por supuesto que está asociado a un verso como éste: “Porque
no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades,
sino uno que fue tentado en todo
según nuestra semejanza, pero sin
pecado” (Hebreos 4:15);
Jesús el hombre perfecto y único habilitado para el plan de Dios.
En la antigüedad se empleaban machos
cabríos y otros animales para hacer sacrificios por el perdón de pecados, de
los sacerdotes y del pueblo; dentro de todas las especies, estos eran animales
llamados puros y debían presentarse sin imperfecciones físicas.
Pero en el nuevo pacto con Cristo, Él era
el único “Impecable”, el único en condiciones de surtir un sacrificio de carácter
eterno. Cristo se hizo pecado por todos nosotros y regresará en cualquier
momento a recoger el producto de su trabajo; sólo que ya como Rey y no asociado
con aquello que destruyó en la cruz “y aparecerá
por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.” (Hebreos 9:28).
Contrario al príncipe de éste mundo,
que enviará a uno como él para seguir el plan que tarde o temprano los llevará
a su fin “y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición” (2
Tesalonicenses 2:3).
Vemos la importancia de la palabra
“Impecable”, que no hay pecado, y si alguna vez la utilicé al ver mi aspecto
exterior, espero tener la oportunidad de usarla por la Gracia de Dios cuando
sea un vaso limpio y transformado con Él.
La palabra impecable tiene que ver de
manera definitiva con lo interior y muy poco con lo externo; Cristo ya hizo el
trabajo “…él
es la propiciación por nuestros pecados”
(1 Juan 2:2) y nada va a cambiar esto. Sólo falta usted y otros tantos millones
que no han creído, qué está esperando?
REFLEXIÓN: La palabra impecable va
mucho más allá del simple aspecto!
REFLEXIÓN QUE CAMBIA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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