jueves, 7 de marzo de 2019

FRAGANCIA


En algunas culturas, los perfumes juegan un papel muy importante en razón del precio o disponibilidad del agua; mientras que en otras materialmente no hay ni perfumes ni agua. Otras disponen de ambas; pero en algo tan básico como el aseo no se hace.
Un mal olor es igual en su país o en cualquier lugar del mundo; no importa la causa, siempre hay una gran diferencia entre uno agradable y uno malo. Todo lo que tiene algún tipo de vida, está en un permanente proceso de deterioro y el ser humano está en un proceso de muerte desde el mismo día en que nace.
Esto en la parte física; pero en la parte espiritual también hay olores de acuerdo a la Biblia. De ahí la importancia del aseo que sólo se logra a través de la Palabra y cuando llegamos a los pies del Salvador, se inicia un proceso de transformación que no tiene otro propósito que el de limpiarnos.
Venimos al mundo como parte de una naturaleza caída, que sin ir muy lejos huele mal. Tal vez le parezca drástico lo afirmado, pero es la verdad y es trabajo del Espíritu Santo separarnos de esa carne que tarde o temprano se habrá de podrir.
El Espíritu trabaja en nosotros a través de la Palabra y nos limpia de todo aquello que desagrada a Dios; de ahí la importancia de llenarnos de esta  Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento” (2 Corintios 2:14).

Los sacrificios bien ofrecidos en la antigüedad para Dios eran de olor fragante para Él “…holocausto es, ofrenda encendida de olor grato para Jehová” (Levítico 1:13), y los que se apartaban de sus parámetros como un animal enfermo o defectuoso, por supuesto no lo era. El animal del holocausto debía ser perfecto olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios” (Filipenses 4:18).
En éste orden de ideas, es vital echar fuera todo lo del mundo, lo que no es bueno, justo o de buen nombre para Dios y llenarnos de lo que sí edifica y es agradable para Él  Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? (2 Corintios 2:15,16).
Que su día a día gire apreciado creyente, en crecer en el conocimiento de Dios y su Palabra, no existe otra forma más efectiva de limpiarnos y ser olor grato para Él.
REFLEXIÓN: Nadie se agrada de un mal olor y menos Dios!
REFLEXIÓN QUE  CAMBIA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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