Esta es una de las características de
la condición caída del hombre. Nos quejamos por que si y nos quejamos por que no.
Del gobierno, del costo de vida, del sistema de salud o de la suegra y sus
actitudes; siempre hay un motivo y sería bueno sopesar hasta dónde es indicado
hacerlo.
Si vamos al Antiguo Testamento, encontramos
un pueblo de una queja permanente y que terminó irritando a Dios. Más parece
una condición inherente al ser humano y no algo adquirido; pero cualquiera que
sea el caso, que importante proponernos sacarlo de nuestras vidas.
Podemos afirmar entonces, que una
queja constante obstruye la bendición y termina por marginarnos de ella. En el
caso del pueblo hebreo, nos encontramos con que Dios lo consideró rebeldía y
los dejó cuarenta años en el desierto mientras esa generación de queja pasaba “¿Hasta cuándo oiré esta depravada multitud que murmura
contra mí, las querellas de los hijos de Israel, que de mí se quejan?” (Números 14:27).
Si esto hizo Dios con su pueblo
escogido, no veo porqué no lo va a hacer con nosotros, que somos un pueblo
adoptado. Tal vez no se de con los incrédulos, que ya tienen suficiente en su condición su
propia carga; pero con los que hemos sido recibidos como hijos, Dios debe tomar
medidas.
También podríamos decir, que como esto
obedece a una condición de caídos, no somos culpables; pero
para nosotros, los cristianos, rescatados de esa condición de pecado y en
constante santificación, ya se hace inaceptable.
Es cierto que luchamos de manera
permanente con esa vieja naturaleza que traíamos; pero es ahí donde estamos en
la necesidad de recurrir, a todas las armas que el mismo Señor nos da.
Dios no encomienda una tarea, sin
proporcionar las herramientas para hacerla; así que pedir sabiduría por
ejemplo, es deber del creyente si quiere saber la forma, de erradicar un mal
tan arraigado (Santiago 1:5).
Por último, Dios nos invita a llevar
todas nuestras cargas delante de Él, pero con acción de gracias primero. Cuando
llegamos con “gratitud por lo recibido” ya no habrá espacio para la queja! (Filipenses 4:6)
REFELEXIÓN: Si con la queja solucionáramos,
no habría mejor tarea para hacer!
REFLEXIÓN QUE CAMBIA!
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BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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