El mundo secular e inclusive el religioso, suele mostrar un panorama
espiritual en el que todo se debate entre el bien y el mal. Es bíblico hablar
de esta forma y de hecho todo en la vida de un ser humano, está marcado por lo
debido y lo indebido.
Evidentemente, Dios espera que una vez
que llegamos a ser sus hijos en Cristo, demos muestra de un cambio en nuestra
forma de vida “Y seré para vosotros por Padre, Y
vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” (1
Corintios 6:18). También es bíblico, que esto no lo vamos a lograr en
nuestras fuerzas, como tampoco lograremos llamarnos sus hijos si antes no
aceptamos a Jesús.
Lo que no correcto, es mostrar que ésta
lucha espiritual que se da en la humanidad entre lo bueno y lo malo, está
cifrada en una lucha de iguales entre Dios y Satanás. Éste personaje es un elemento más de la
creación del Señor, sólo que se enorgulleció y se reveló; pero no es contrincante
para el Creador.
No pasa de ser un rebelde que lidera a
otros que igualmente se fueron tras de él, y aunque tienen poder sobre la
humanidad alejada de Dios, no están por encina de Dios, ni siquiera a su nivel.
Si usted diseña o moldea cerámicas, les da vida y una o varias de estas deciden
rebelarse en su contra, también tiene el poder para destruirlas y volverlas al
lodo.
En este orden de ideas, no es adecuado
bajar a Dios al nivel de Satanás, así como tampoco es correcto atribuirle un
excesivo poder por lo que pasa. Satanás como disidente de la causa de Dios, no
es “contendor” para Él. Puede sonar extraño, pero éste no pasa de ser un
instrumento más, en el plan de Dios para formar la iglesia de Cristo.
El diablo como también se le llama, no
tiene poder sobre los hijos de Dios y lo vemos en (Job
2:6), solo llega hasta donde se le permite. Sería como enfrentar a un
elefante y una hormiga, y esta tergiversación hace que muchos le teman más al
enemigo que al Creador. No debemos subestimar al enemigo, pues tiene poder
frente a hombres frágiles; pero nunca el Todopoder de Dios.
REFLEXIÓN: No hay enemigo suficientemente
grande para el Señor de los cielos!
REFLEXIÓN QUE CAMBIA!
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BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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