En una clara respuesta del Señor Jesús
ante la negación de Pedro, observamos que su formación no había terminado.
Luego de abandonar las redes de pescador sin vacilar, había estado con su
maestro tres años en los que tuvo que
ser reconvenido por varias razones; no obstante el proceso no había concluido.
Una vez resucitado el Señor, se le
apareció a sus discípulos y con cada uno de ellos tuvo un trato diferente e
individual. Vemos como con Tomás tuvo que tratar la incredulidad y todos
tuvieron que verlo comer para convencerse de que no era sólo un espíritu.
Con Pedro el asunto fue un poco más
allá. Lo negó luego de asegurar que bajo ninguna circunstancia lo haría y es
por esto que el Señor le pregunta repetidamente sobre su grado de fidelidad y
su disposición a contribuir para formar la iglesia.
Es muy interesante ver cómo Jesús, le
hace la misma pregunta en tres ocasiones y sólo con el propósito de hacer
entender a Pedro, que únicamente Él lo sabe todo. En cuántas ocasiones nos
vemos abocados a lo mismo “Le dijo
la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le
dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú
sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.” (Juan 21:17).
Tenemos en nuestro corazón el sincero
deseo de obedecer a Dios, pero nos encontramos con que no importando nuestro grado
de interés, Dios es quien tiene el control. Es por esto que en muchas partes de
la Biblia, nos encontramos con que el Señor hace muchas cosas, pero por amor a
si mismo.
No por que no nos ame, sino por que sólo
puede confiar en Si mismo. Nuestra debilidad es evidente, así como lo fue en
Pedro. Yo nunca te negaré, y sólo bastaron unas horas para hacerlo tres veces.
Pedro, Juan o como se llame usted
apreciado lector: ¿Ama usted a su Salvador como para no negarle?
REFLEXIÓN: Es necesario estar atentos
y muy llenos de Palabra para no hacerlo!
REFLEXIÓN QUE CAMBIA!
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BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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