Los ministerios cristianos en el mundo, viven de las ofrendas que provee Dios a través de sus miembros o simpatizantes. Es increíble ver cómo toca corazones y hace que los recursos aparezcan de donde no los hay.
Tuve el gusto de trabajar para Él, en
un conocido ministerio radial varios años atrás, y dentro de los ejemplos de
esta provisión sobrenatural, recuerdo a una pequeña y dulce anciana que se
presentó un día en la oficina.
Éste ministerio, estaba en el tercer
piso de un edificio sin ascensor y llamó el portero para avisar de la presencia
de la señora. Llevaba una petición de oración y una ofrenda, pero no podía
subir en razón de una enfermedad que le impedía flexionar sus rodillas.
Bajé inmediatamente con la libreta de las
ofrendas, saludé a la señora y fuimos a un sofá para recibir su visita. En
efecto era una menuda anciana con un gran y aplanado bolso colgado de su hombro
derecho.
Me contó de su permanente escucha y la
forma como se edificaba con los programas radiados; de cómo Dios había puesto
en su corazón contribuir con el sostenimiento de ésta programación y de ahí su
visita.
De
su vida en soledad sin familia cercana; solicitando oración por su único nieto
que vivía en una ciudad lejana; pero entregado a una vida triste de alcohol y
droga. Conmovedora y larga historia, para luego buscar en el fondo de su bolso
vacío un billete de mediana denominación hecho dobleces “Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un
cuadrante. Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que
esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos
han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que
tenía, todo su sustento“(Marcos 12:42-44).
Lo curioso del relato, está en que
tuve que acompañarla a buscar un bus de transporte urbano para el regreso a su
casa y encontrarme con que ella no tenía con qué pagar los dos boletos que necesitaba
para lograrlo.
Sin pensarlo y gracias a Dios, llevé mi mano al bolsillo
buscando la cartera para sacar un billete similar al que ella ofrendó y se lo
entregué. Cómo pretendía esta anciana volver a su casa; evidentemente confiaba
en que Dios la llevaría y así fue.
La fe es algo real, algo que se vive y
que permite vivir. No se explica cómo muchos carecen de ella si Dios la da por
igual; mientras que otros como ésta señora la viven para dar de lo que no
tienen.
REFLEXIÓN: La fe hace que personas puedan
ir, ofrendar y regresar a su casa sin tener con que!
REFLEXIÓN QUE CAMBIA!
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BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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