martes, 3 de noviembre de 2015

NO SÓLO PALABRAS



“Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?” (Hechos 12:9)


En una familia normal del mundo, los padres tienen un papel definido de cuidado, protección, orientación y disciplina para sus hijos de parte de Dios. Algo de esto es lo que establecen las leyes de cualquier país medianamente civilizado.


Y si esto manda la ley de los hombres, con mucha más razón las instrucciones impartidas por Dios; creyentes o no existen promesas implícitas, en la cuales pueden vivir confiados los hijos.


El Señor no se limita a hacer simples ofrecimientos por cumplirse; Él nos da “promesas” y no como las de los hombres que no se cumplen; sino hechos comprobables a lo largo de la historia y en los que podemos descansar.


Por encima de estas promesas inamovibles, tenemos al Aquel que las cumple; al Dios mismo y si un hijo confía en su padre terrenal, con mucha más razón debemos hacerlo en el Padre celestial.


El hombre en su imperfección está sujeto a un sinnúmero de limitantes para cumplir, pero el Todopoderoso no. La infalibilidad de Dios ha sido mostrada desde la creación de éste mundo y la seguiremos esperando para cada evento del futuro.


Dichosos los que pueden y quieren esperar en la perfección de Dios, pues no sólo son promesas, son eventos palpables que han sido, son y serán plenamente cumplidos.


En este orden de ideas, no sólo son “promesas” de un padre en la carne, sino “hechos” que para bien o para mal se cumplirán. Diferencia grande es esta, pues Dios es desde la eternidad y hasta la eternidad!


PREGUNTA: Es una ley de hombres o una promesa de Dios lo que soporta su vida? 


REFLEXIONE Y DECIDA!

- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –


¡SI EN ALGO LE HA ENRIQUECIDO ESTA REFLEXIÓN, NO OLVIDE COMPARTIRLA!