“Y no oyeron ni
inclinaron su oído; antes caminaron
en sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia
atrás y no hacia adelante”
(Jeremías 7:24)
La vida del creyente implica un
caminar permanente con alguien, y ese alguien es Dios mismo. El mundo de hoy supone
el uso de elementos como la televisión, el microondas, la nevera, el carro, el
computador y quién puede hoy andar sin su celular. Pretender que un empresario, ama de casa,
trabajador o estudiante lo deje es un absurdo.
Este aparato se ha convertido en un
compañero inseparable de la gente; pero sí podemos prescindir de Dios. Años
atrás nadie portaba estos aparatos y se vivía mejor, pues si alguien nos
llamaba al teléfono fijo y no estábamos, la única opción era esperar buenamente
a que regresáramos.
Cómo explicarse que Alguien
absolutamente imprescindible en la vida de una persona y más en la de un
creyente se deje de lado. Se puede dejar a Dios en el templo o en la casa, pero
no el celular o el Ipad, y lo único que deja ver esto es que no se ha entendido lo que Él
representa verdaderamente.
El Señor no tiene barreras de ninguna
clase como para ser dejado en un lugar, y debe ser la compañía más importante de
nuestras vidas. De esta forma se está protegido, guiado, instruido, ayudado, consolado
y confrontado en todas nuestras actitudes,
palabras, pensamientos y acciones.
No es simplemente invitar a alguien que nos va acompañar, se trata de un Compañero que nos recuerda nuestro
compromiso de santidad e integridad y nos levanta en todas esas falencias tan
propias de nuestra naturaleza.
Sería bueno mirar en que orden de
importancia tenemos al Señor y si es para nosotros un Dios con mayúscula. Qué tan vivo es ese Dios en el que creemos, si es que le hemos creído.
PREGUNTA: Es Dios su compañero diario o el celular?
MEDITELO Y
DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA
VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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