“¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que
se le había mandado? Pienso que no. Así también vosotros, cuando hayáis hecho
todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que
debíamos hacer, hicimos” (Lucas 17:9-10)
En una empresa es el jefe quien espera que los
empleados cumplan con los deberes asignados y no estos, a que se les brinde un
reconocimiento por hacerlo. En lo que tiene que ver con Dios, pareciera que
somos nosotros, Su creación, los esperan Sus favores y el reconocimiento, antes
que cumplir con Sus preceptos.
El Señor tiene unos parámetros clara y
elementalmente expuestos en la Biblia; a pesar de esto el hombre los infringe y
espera aún ser recompensado. La Biblia es un libro escrito con un método altamente
didáctico, para que cualquier niño o adulto con un corazón similar pueda
entenderlo. “dijo:
De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no
entraréis en el reino de los cielos.” (Mateo 18:3)
Cuando un niño es enseñado en los principios
bíblicos desde tierna edad, los absorbe como una esponja y llega a ser tan
radical en sus apreciaciones con respecto a lo bueno y lo malo delante de Dios,
que inclusive habrá de reconvenir a sus mayores frente a cualquier vacilación.
Es solo que los adultos hemos sido tan expuestos
al mundo, que nos cuesta asimilar y poner en práctica lo que se nos propone. No
es sólo cuestión de leer, entender o aplicar; es más un asunto de interiorizar
el gran favor recibido de parte de Dios. Un favor inmerecido, incondicional y por
Gracia, que no debe esperar reconocimiento de parte nuestra.
PREGUNTA: Qué tanto le debe Dios a usted?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –