“Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís
que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo” (Marcos 8:29)
El
encuentro con Dios no es un accidente, ni propiciado por hombre alguno. Cualquiera
de estos, el suyo o el mío ha sido parte del perfecto plan de Dios; y es Él
quien lo permite en Su voluntad y en Su tiempo.
El
caso de Pedro es claro, pues en aquel tiempo no existía la Biblia, evangelistas,
radio o televisión cristiana que compartiera de Cristo; no obstante fue él, un
iletrado y humilde pescador quien le fue dado emitir esta respuesta: “Tu eres
el Cristo”.
Quién
más fue si no el Señor mismo, quien da la sabiduría el que le llamó?. A él y a otros hombres
rechazados y estigmatizados por seguir al que los religiosos de la época consideraban
un hereje. La verdad no estamos lejos de estas condiciones hoy; pero es sólo
Dios quien se ha tomado el trabajo de llamarnos y guardarnos. “porque Dios es
el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” (Filipenses 2:13)
Muchas
veces Dios arma largos e inimaginables procesos para lograr este encuentro, y es
sólo años más tarde, cuando el creyente empieza a armar ese gran rompecabezas que
le permitió encontrarse con Cristo, y da las gracias al Creador por tener tanta
paciencia.
Es
cierto que con algunos trata dentro de circunstancias más complejas; pero el
resultado por lo general es el mismo y es que un día digamos también: “Tu eres
el Cristo”. Obviamente hay otros muchos que no lo logran o simplemente desisten en el camino.
PREGUNTA:
Recuerda usted su proceso?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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