martes, 17 de septiembre de 2013

PARA EL SEÑOR



“Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos.” (1Crónicas 29:11)

En un mundo en el que se exaltan personas, conductas y cosas inclusive censurables, Dios nos llama a ser lo menos visibles. Sin embargo es sorprendente cómo Dios da gracia delante de las personas en cualquiera que sea nuestra actividad y un buen día nos llevamos una sorpresa.

Personas de las que nada se espera o sin obligación alguna con nosotros, nos brindan un elogio, un reconocimiento o hasta un presente. La verdad es que cualquiera sea el caso, este reconocimiento debe ser primeramente para Dios, pues la gloria, la honra y el honor son sólo suyos.

Muchas veces se traspasada la delgada línea que nos separa del orgullo tan propio en el hombre, y que bueno es que con la ayuda de Dios, mantengamos la perspectiva adecuada en este asunto. Todo lo que tenemos, disfrutamos o damos viene de Dios, y cómo incurrir en la vanagloria sin salir reprendidos.

El señor Jesús nos llamó a ser humildes de corazón y romper cada día con la vieja naturaleza; a ser moldeados y transformados en un nuevo patrón de vida. Ya bastante satisfacción debe colmarnos, el sólo de hecho de ser usados siendo simples vasos de barro, en propósitos tan dignos como los de Dios. “Jehová exalta a los humildes, Y humilla a los impíos hasta la tierra.” (Salmos 147:6).


PREGUNTA: Para quién recibe usted los elogios? 


MEDITELO Y DECIDA!

- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –


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