“…puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda
contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”
(2 Corintios 7:1)
Cada
cuánto y cómo buscamos al Señor?. Procuramos un genuino acercamiento o
simplemente es algo ocasional?. Oír no implica escuchar, así como mirar no significa
ver y esto hace una gran diferencia en nuestra relación con Dios.
Estar
con alguien no representa comunión, pues podemos pasar el día o el mes con una
persona cuyos ideales no concuerdan con los nuestros y en este orden de ideas,
no siempre estamos en lo que debemos y menos con el Señor.
Esto
debería partir de la certeza de que Dios en su Omnipresencia siempre está con
nosotros, que está a nuestro lado y que nada podemos sustraer de Su mirada o de
Su oído; pero este no es el caso de la mayoría de los creyentes. La
religiosidad es una condición propia del ser humano y no sólo hablamos de lo
que tiene que ver con Dios; pues esta se manifiesta en todas las áreas de la vida
de hombre y que difícil es sustraernos.
Cuando
invocamos a Dios, lo hacemos realmente consientes de la calidad de Persona
que invitamos, y lo hacemos en el lugar
y tiempo indicado?. Acaso pensamos en algún momento que Él tiene el poder de
cortar o prolongar nuestra vida en ese preciso instante.
Si
lo hiciéramos a conciencia, nos alistaríamos espiritual, emocional y hasta
físicamente para ese encuentro. Pensaríamos previa y cuidadosamente sobre los temas
que vamos a tratar con Él; dispondríamos el corazón para escuchar, adoptaríamos
la posición correcta, nos peinaríamos y usaríamos el perfume más caro.
Estas
son las condiciones mínimas para acercarnos de la manera adecuada a Aquel de
quien depende nuestro siguiente minuto; pero lo más importante será nuestra
disposición espiritual y santidad.
PREGUNTA:
Realmente se acerca usted a Dios o simplemente le llama?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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