“Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob
le respondió: No te dejaré, si no me bendices” (Génesis 32:26)
La importancia de mantenerse unido a
Dios en la idea obedecer y ser agradable a Él debe ser una prioridad permanente
para el creyente. En el Nuevo Testamento encontramos la insistencia de una
viuda a lo largo de mucho tiempo frente a un juez injusto, que por deshacerse
de ella le dio solución a su petición.
Este no es el caso de nuestra relación
con el Señor, pues Dios es un juez perfectamente justo al que debemos acudir en
cualquier circunstancia en la seguridad de que contesta nuestras oraciones en Su
voluntad y en Su tiempo.
Para el hombre natural esto no tiene
sentido ya que está acostumbrado a hacer su voluntad y no está de acuerdo en
depender de nadie por su orgullo; sin embargo encontramos un caso especial de
insistencia para lograr el favor de Dios y es el de Jacob en proceso de
formación, que se enfrenta con el ángel de Dios y no lo deja ir hasta que recibe
la bendición.
Este es el ejemplo de un hombre que creía
en el Dios de sus padres y aprendía que sólo de Él podría esperar la bendición
o la maldición. Cuántas veces hemos estado en circunstancias aparentemente
insalvables y recurrimos a hombres antes que confiar en Dios?
Para el Creyente lo ideal no sólo es
estar sujetos a Dios hasta lograr la bendición, sino seguir asidos de Él para
mantenerla. Su débil condición hace imprescindible este caminar con Él, en Su
sabiduría y no caer como el rey Salomón, que a pesar de haberla buscado por
encima de todo, permitió que sus mujeres apartaran su corazón tras otros dioses.
PREGUNTA: Qué tan asido de Dios está
usted?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –