“Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a
Jehová vuestro Dios; porque
misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que
se
duele del castigo” (Joel 2:13)
Ser
padre es un privilegio que llena de muchas alegrías; pero también tiene sus
sinsabores y dentro de estos está la preocupación en todo sentido de un padre o
madre por sus hijos. Hay una frase que siempre aflora frente a la obstinación
del hijo a aceptar consejo y es: “cuando tengas hijos lo entenderás”.
Esto
como marco para aplicarlo a los Creyentes y ponernos con todo respeto en los
zapatos del Señor. Alguna vez ha pensado usted en el dolor, desencanto y
frustración que puede sentir Dios frente
a una creación tan difícil?. Él se preocupa por la condición y destino de los incrédulos;
pero qué hay de los que llegamos bíblicamente hablando a ser hijos de Dios y
seguimos fallando.
Dios
en Su palabra nos da todo el consejo y dirección posible para no estrellarnos
con la vida, sin embargo lo hacemos. La frustración de un padre que no es
escuchado por sus hijos es muy grande y normalmente frente a los errores cometidos por ellos, la tendencia es a
culparse y preguntarse: “en qué falle?”.
Dios
no sólo nos ha creado y espera obediencia, sino que también dio a Su único y
especial hijo Jesucristo para salvarnos y hacernos hijos adoptivos. Será que
esto no es un ingrediente de mucho peso en nuestra relación con Dios, como para
procurar apartarnos de esos pecados reiterativos en los que andamos?
PREGUNTA:
Ha experimentado el privilegio de ser padre con sus alegrías y dolores?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –