“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo
que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de
que te dije: Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:6,7)
Abordando el tema de las convicciones en nuestra vida, encontramos la importancia de
permitir que nuestra transformación de vida se dé desde dentro y no sólo como algo
externo. Es sorprendente el cambio que se da en nosotros, desde el momento en que
despertamos hasta cuando estamos listos para salir a la calle. Pareciéramos
otras personas, sin embargo nada ha cambiado en nuestro interior.
El
principio bíblico habla de una transformación interna y no solo en apariencia.
Todo lo que hagamos a nivel externo fenecerá al final del día cuando nos
volvamos a acostar. El cambio que permanece
fue el expuesto por el Señor Jesús, cuando dijo que nos es necesario “nacer de
nuevo”.
La
apariencia externa es tan efímera como el hielo en un día cálido; ahora lo
vemos pero en un rato la evaporación hará su trabajo.
Es
cierto que la Palabra tiene un poder transformador; pero permitimos que esta
trabaje y nos proyecte como una nueva creación?. Dios dice que todas las cosas
son hechas nuevas, no obstante seguimos conviviendo con los vicios del pasado.
La
próxima vez que se levante, mírese al espejo y seguramente entenderá el concepto
del cambio que mejora su aspecto exterior; pero que nada ha hecho por su corazón.
La
Biblia lo dice claramente: “si alguno es oidor de la palabra pero
no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su
rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo
era” (Santiago 1:23,24).
PREGUNTA:
Cómo ha sido su cambio, interno o externo?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –