“Pero ellos tentaron y
enojaron al Dios Altísimo, Y no guardaron sus testimonios” (Salmo 78:56)
Existen muchos y
tristes testimonios de líderes caídos en el ámbito Cristiano. Hombres que por
su falta de apego a los lineamientos bíblicos, han dejado de lado entre otras,
su primera responsabilidad que es la su hogar. Todo esto con la excusa del
llamado ministerial; pero abriendo la puerta al enemigo.
El aval más
importante para el ministerio de un pastor o líder después de Dios son su
esposa e hijos. Ellos son quienes están en las buenas y en las malas, lo
acompañan y lo apoyan. De manera especial la esposa como idónea puesta por Dios;
sin embargo existen casos en los que también ellas se convierten en complacientes
con la desobediencia de su esposo convertida en pecado.
Existen muchas formas
de hacerse parte de este pecado y hay esposas o hijos maltratados, relegados,
ignorados y hasta reemplazados por otras personas de la iglesia. La actitud
pasiva de estas no contribuye a la obra; no olvidemos que estamos todo el
tiempo delante de Dios y Él sí conoce lo que hay en nuestros corazones.
Algunos de estos
hombres empiezan a contar más con algunas mujeres del ministerio que con su
cónyuge y están a un paso del desastre, pues estas comienzan a tener más
ingerencia en las decisiones personales y ministeriales que el mismo Dios.
Se dan casos en los
que existe un varón de nombre como cabeza del ministerio; pero la que realmente
manda es la secretaria y el Señor dice “no
permito a la mujer enseñar, ni
ejercer dominio sobre el hombre” (1 Timoteo 2:12).
Que bueno sería que este liderazgo volviera a Dios y sus bases bíblicas; para
asumir con firmeza, en santidad y obediencia tan grande responsabilidad.
Las prioridades para
un líder hablan de: Primero Dios, segundo la familia, tercero el ministerio y si
cambiamos el orden establecido no podemos esperar nada distinto al caos.
PREGUNTA: Cómo
administra usted esta responsabilidad entregada por Dios?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN
REINA-VALERA 1.960 –