Este es un
principio muy importante para el creyente y algo que en teoría puede ser fácil;
pero si vamos a la vida práctica no lo es. El hombre en su alejamiento
paulatino de Dios a lo largo de varios siglos, se ha acostumbrado a ser autosuficiente.
Ha llegado al punto de creer que todo lo que tiene, llámese trabajo, casa,
carro, posesiones en general y hasta la familia, es producto de su gestión,
desconociendo así el Todopoder del Creador.
Esto es parte
de la cultura actual. Dios tiene misericordia y con mucha paciencia espera a que
por alguna vía provista por Él, lleguemos a la verdad. Verdad con muchas
implicaciones, entre estas la más importante: “esperar en Él”.
Diariamente vemos
a nuestra puerta, decisiones, retos, necesidades y proyectos que quisiéramos
sacar adelante; pero los ponemos delante de Dios para su acompañamiento?
En este
proceso y aún cuando se ha llegado al Camino, Dios permite una serie de cosas
en la vida cotidiana, orientadas a formar esta parte del carácter de sus hijos.
Muchas veces el tratamiento es corto; pero otras necesita ponernos en cuidados
intensivos, con el único propósito de que digamos: “estoy en tus manos”
Hemos
tratado por todas las forma de lograr algo; pero no lo hemos incluido a Él?.
Hemos enviado la aplicación para un trabajo, hemos solicitado un crédito el
banco para nuestro negocio, hemos llamado al amigo en busca de ayuda o hasta hemos
hecho la cola para lagartearnos un puesto con un político.
Estos pueden
parecer medios legítimos para el hombre común; pero no para Dios. La Palabra
dice claro que “Maldito
el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y
su corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá
cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en
tierra despoblada y deshabitada” (Jeremías 17:5,6). Debemos ser diligentes en lo que a
nosotros toca pues nada nos va a caer del cielo; pero nuestra confianza debe
estar depositada en Él.
Debemos averiguar, llamar, llevar la hoja de vida y esperar
en Él. Sin invitar a la negligencia, pereza o falta de solicitud, debemos
llegar a ese punto en el cual admitamos nuestra impotencia, nuestra incapacidad
y dependencia. Sabemos que es difícil lograr esto en un mundo en el que se
estila decir: “ yo hago, yo digo, yo mando, yo compro, yo tengo” y otras muchas
forma de egocentrismo y autosuficiencia.
Debe
llegar el día, en que nuestra oración sea: “en ti espero, en ti confío, en ti….”;
en la seguridad que esta actitud tiene gran recompensa “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya
confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que
junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino
que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de
dar fruto” (Jeremías:7.8)
En
muchas oportunidades hemos visto la oscuridad del momento por el cual pasamos y
que las cosas no parecen cambiar; pero Dios siempre cumple sus promesas “Mas buscad
primeramente el reino de Dios y
su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).
El
mensaje es claro y antes de cumplirlas, Él espera que le creamos y que pongamos
lo material en el plano que corresponde “No os
afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?
Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe
que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de
Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os
afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a
cada día su propio mal” (Mateo 6:31-34)
PREGUNTA:
Ya acepto usted su impotencia y el Todopoder de Dios frente a las cosas?
MEDITELO
Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN
REINA-VALERA 1.960 –