Cuando las
cosas parecen estar bien, cuando todo fluye, la provisión, la salud, el trabajo
y el entorno, deberíamos evaluar si estamos haciendo lo adecuado delante de
Dios. Esto en razón de que la tendencia humana es a alejarse de Él, del
Proveedor, cuando nada o muy poco nos falta.
Se está tan
acostumbrado a ese dios bombero, que acude ante cualquier incendio, que ni las
gracias se le dan. A ese dios con minúscula que rige tristemente la vida de la
mayoría de la humanidad y que desvía el verdadero propósito del Señor para el
hombre.
Cuando se
carece de algún bien esencial como salud, trabajo, comida o cualquiera de
estas, se recurre primeramente a hombres, y cuando ya se agotan las puertas
pensamos en ese dios que aunque lejano algo podrá hacer. Esto sin tener en
cuenta que ese Dios (con mayúscula), es el Todopoderoso. Como sea, se contacta
con todo entusiasmo a alguien que se llame religioso o que por lo menos hable
de Él, a la misa, al rosario o a alguna imagen que recomienden como efectiva.
Sucede que
por algunos días y mientras algo plantea una solución decimos buscarle; pero
cuando este incendio se apaga, cualquiera que sea el caso, comenzamos a dilapidar
lo recibido. “¿Por qué gastáis el
dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia?” (Isaías 55:2)
Se esperaría
un manejo sabio en lo recibido; pero no. Que se emplearan los recursos
recibidos en cosas que no atienden a deseos, sino a necesidades. Con qué cara
se acercaran a Dios para solicitar su favor otra vez?
Hasta que les
funcione el dios dinero, “Bien, buen siervo y
fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré” (Mateo 25:23) y verlos nuevamente pidiendo
oración por lo que vendrá?
Se espera
que seamos consistentes en todo lo que hacemos y sobre todo en lo que tiene que
ver con el Señor. Hoy tenemos, mañana no
“Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo
volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21)
Pero el
principio va más allá, Dios está esperando que nuestra confianza esté “siempre”
basada en Él y como dice la canción, levantemos las manos a Él y sólo a Él. Que
aunque no tengamos fuerzas y tengamos
mil problemas, en la abundancia y en la escasez, las levantemos a Él.
Para Dios es
tan importante nuestra búsqueda de Él, como llegar con gratitud; pero con un vehemente deseo de
permanecer a su lado. Hablarle, escucharlo y esperar en Él debe ser nuestra
prioridad en todo momento, no solo en las crisis y esto es algo que nadie
quiere entender “De madrugada te buscaré; Mi alma tiene
sed de ti, mi carne te anhela” (Salmos 63:1)
Qué pensaría
un padre en la carne, cuando sus hijos no le obedecen, no lo escuchan, no lo
respetan, nunca le agradecen y sólo le buscan para que les solucione problemas
o cubra sus gastos?
Es triste;
pero eso es lo que hacemos con Dios!
PREGUNTA:
Qué tanto aprecia usted la compañía, cuidado y bendiciones que Dios le da?
MEDITELO
Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –