En esta ocasión, estaremos reflexionando sobre otra parte muy importante de los que han escuchado de Dios. Se trata de aquellos que en algún momento han creído en lo que dice la Biblia y le han creído a Dios.
Este grupo, que ha pasado a llamarse cristiano bíblicamente hablando, un día creyó y entendió el mensaje y por esto, tiene sobre sus hombros una responsabilidad aún mayor que la de los incrédulos. Una vez que creyeron, empezaron un proceso de santificación de la mano del Espíritu Santo. En unos más que en otros; por que en este, interviene también su voluntad. Sólo cuando se han apartado realmente del mundo, y han dispuesto su corazón, el Espíritu tiene la libertad para trabajar y se ve en ellos los resultados.
Desafortunadamente, muchos siguen viviendo esclavos de si mismos y del mundo del cual Dios nos libertó en su hijo Jesucristo. Hablan de Cristo; pero no lo muestran y siguen en pos de esos objetivos que no forman del plan que nos describe la Biblia.
Da la impresión, de que realmente no han creído en ese futuro de esperanza que se nos plantea y por el contrario “siguen sembrando” en un mundo en el cual el hollín y la orina corroen “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:19-21) Continúan desgastándose en la forma de adquirir esto o aquello y vemos que si realmente hubiera convicción, estos llamados “creyentes”, no estarían acumulando cosas en un barco que se va a hundir. Usted lo haría?
Se siguen gozando en pronunciar palabras de exaltación a hombres, y en la vanagloria propia del mundo. Donde viven, qué clase de vehículo tienen, dónde estudian sus hijos, cuándo han de mejorar lo que Dios les ha dado. Será esto es lo que enseña Dios en la Biblia?
La diversidad de doctrinas que se emiten hoy desde los púlpitos y que van desde la prosperidad hasta la negación total, entran a desdibujar la verdad entregada por Dios y sobre la cual el imparte una clara instrucción: “Compra la verdad, y no la vendas” (Proverbios 23:23)
En el libro de Santiago se habla, no solo sobre la responsabilidad del Creyente, sino sobre la gravedad de adulterar la Palabra por parte de los maestros de la misma “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación” (Santiago 3:1)
Obviamente, esto también esta bajo el control de Dios y se muestra en algo que también es bíblico: “La Apostasía”. Esta palabra hace clara alusión a estos tiempos en los cuales se habla más palabra de hombre que de Dios “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2Timoteo 4:3,4)
Ante este panorama tan triste, sólo nos resta asirnos más fuerte aún de la Palabra no contaminada de Dios en la Biblia y como esta misma lo reza: “comprar la verdad y no la venderla”
PREGUNTA: Que tan bíblica es la palabra que usted obedece?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 -