Cada vez que nos detenemos en algún pasaje de la Biblia y miramos un poco más, el Espíritu nos revela verdades que están ahí, que son evidentes y totalmente ciertas sobre lo que vivimos aún hoy.
Tenemos varios años en la vida del creyente y como tal dejamos ver lo que Cristo ha hecho con nosotros. Nos ve la familia extendida, los amigos, conocidos y aun aquellos que no gustan de nosotros.
Son muchas las formas en las que hemos tratado de que reciban el mensaje de Salvación; persona a persona, invitándoles a la congregación, compartiendo tratados o alguna frecuencia radial o link que les permita escuchar o ver el mensaje.
Sabemos que es la tarea de cada uno de nosotros como creyentes y dejada en la Gran Comisión por el Señor; pero son realmente exiguos los resultados frente a la cantidad de gente perdida.
Precisamente hoy leía cómo una persona de una comunidad marginada por los judíos en tiempo de Jesús, pudo reconocerle “Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo?”(Juan 4:29).
La Biblia habla de unos tres años de ministerio del Señor; tiempo en que predicó, expuso la Palabra, compartió parábolas, hizo milagros, dejó ejemplo, habló de la ley y por supuesto vivió lo que en el Antiguo Testamento estaba profetizado.
Muchos llegaron al camino incluyendo a gentiles, judíos del pueblo y esta mujer samaritana; pero por qué ella y no los doctos que se supone que conocían las Escrituras?.
En el mundo de hoy no solo nos encontramos con la dificultad para que otros reciban a Cristo, sino que persiste la constante de que el religioso es todavía el más ciego de todos; si no cómo explicar que esta mujer lo vio y ellos no?.
REFLEXIÓN: Que su religión no lo margine del evento más importante de su existencia!
REFLEXIONAR TRANSFORMA!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
¡COMPARTIR PALABRA HACE LA DIFERENCIA!