“Así que, como por la
transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera
por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.” (Romanos
5:18)
Cuenta
la historia, que un día Abraham Lincoln estaba en un mercado de esclavos, y
miró a una joven y bella esclava, que estaba siendo vendida en una subasta
pública. Hombres mal intencionados participaban para ganarla, entonces Lincoln
empezó a ofertar por ella.
Finalmente
y luego de una fuerte puja fue vendida, pero no a uno de esos maleantes; sino a
Lincoln. Él tomó el certificado de venta que la hacía de su propiedad y tomándola aparte se lo entregó a ella
diciéndole: “Eres libre. Ella en su incredulidad le preguntó: A qué se refiere
con ser libre, y él volvió a decirle: “eres libre”.
Libre
para hacer lo que desee, y él le respondió: “sí”; libre para decir lo que
quiera, y él le contestó: “sí”; libre para ir a dondequiera ir y él le
respondió: “si”. Su sorpresa no daba espacio para creer lo que escuchaba, era “libre”.
Toda
su vida estaba circunscrita a los espacios de un esclavo, en una sociedad que
los despreciaba, explotaba, maltrataba hasta la muerte. De manera sorpresiva
ella dejó de preguntar y sin pensarlo dos veces le dijo a libertador: “Entonces
me voy con usted!”.
Es
interesante ver la rápida respuesta de una persona marginada emocional y físicamente
hacia su nuevo amo. Si esta fue la respuesta de una mujer esclava a un hombre
que se compadeció y pagó unas monedas por ella, cuál debería ser nuestra
respuesta frente a la libertad que Dios nos da?. El señor Lincoln la liberó de la
opresión física, pero el señor Jesús nos hace libres en todo sentido.
No
con dinero, sino con su vida, con su propia sangre. Lincoln era sólo un hombre,
Jesús es el Hijo de Dios. Vale la pena reflexionar
sobre la infinita e impagable deuda que tenemos con Él y como demostrar
nuestra gratitud. La deuda de la esclava hacia su libertador, sólo podía ser
expresada con servicio al irse con él, en una demostración de gratitud el resto
de su vida.
Jesús
le dado libertad espiritual apreciado lector. Usted ha sido redimido de su
condición de pecado por la preciosa sangre del Salvador; y no sólo para esta
vida, sino por la eternidad. Será que su gratitud no da como para que usted
siga y dedique su vida para Él?.
PREGUNTA:
Reconoce usted la diferencia entre esclavitud en la que vivió y la libertad en Cristo?
REFLEXIONE
Y DECIDA!
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REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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