“El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de
sombra de muerte, luz
resplandeció sobre ellos”
(Isaías 9:2)
Un
principio básico de la física creada por Dios, nos muestra la transformación
que puede sufrir un elemento o concepto. Nos referimos a la refracción o
descomposición de la luz a través de un prisma de cristal. La luz originalmente
blanca es transformada en varios colores clasificados en primarios y
secundarios.
Con
toda seguridad que el Señor se deleitó, usando este principio para confirmar
una promesa a los hombres en el arco iris.
Sólo podemos verlo en unas circunstancias específicas de clima; pero
siempre va a recordarnos lo mismo: “Su promesa”.
Así
como Dios mostró a Noé este arco en señal de algo concreto y ofreciendo que nunca
más destruiría la tierra por medio del agua, vemos hoy que ante conceptos igualmente
claros y radicales del Señor, el hombre no cree y menos obedece.
Podemos
comparar el prisma de cristal al corazón
del hombre, y ver lo que pasa con los mandamientos de Dios. El corazón del
hombre colmado de conceptos alejados de la verdad bíblica, termina por volver
relativa la verdad absoluta.
De
ahí que si queremos obedecer a Dios, no podemos someter Sus mandamientos a
través de nuestro corazón o conocimiento humanista. Estos mandamientos terminan
siendo desdibujados y convertidos en conceptos relativos, que nada tienen que
ver con lo que Él espera.
Si
Dios dice no matarás, yo simplemente obedezco. Este es un absoluto al igual que
no mentiras, no codiciarás, no fornicarás, no robarás y otros igualmente claros
en la Biblia. No obstante, el hombre sigue cuestionando la palabra de Dios al
proyectarla a través del prisma pecaminoso de su concupiscencia. “Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo;
que hacen de la luz tinieblas, y
de las tinieblas luz” (Isaías 5:20)
PREGUNTA:
Qué tan radical es usted para cumplir los absolutos de Dios?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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