“Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al
primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No
quiero; pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la
misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál
de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les
dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de
vosotros al reino de Dios. Porque vino a vosotros Juan en
camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le
creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle” (Mateo
21:28-32)
Días
atrás mencionábamos lo indispensable de una buena y sana actitud frente a lo
que hacemos y lo retomamos en razón de ver cuál es nuestra respuesta a lo que
Dios espera de nosotros.
A
quién le gusta cuando el asesinato, el robo, la violación o cualquiera de estos
pecados se mete en nuestra casa?. Sin embargo persistimos en coexistir con estos
y la desvirtuada vida de hoy, es complaciente con la borrachera, la grosería,
la fornicación, el adulterio y otros similares en casa.
No
hablamos de la antigua condición de incrédulos, pues sabido es que en no se
puede esperar nada diferente del que ignora la verdad de Dios. Hablamos de los
Creyentes que en una etapa inicial y como parte de su primer amor con Dios,
sienten la necesidad de cambiar de vida, hábitos, actitudes; pero experimentan impotencia
frente a esto por “el pecado que mora en mi”, del cual habla Pablo en el libro
de Romanos, capítulo siete.
Una
segunda etapa es cuando ayudados por el Espíritu, se dan logros, frustraciones,
caídas y Dios nos vuelve a levantar dándonos la victoria en áreas que
considerábamos inalcanzables. La clave de todo esto es entrar a depender
totalmente de Dios en cada momento y este es un tratamiento que puede tomar
años para ser entendido y aplicado.
Por
último viene otra etapa y es la ideal, en la que el creyente le toma el gusto
de manera voluntaria por hacer la voluntad de Dios y todo lo que se considera
bueno bíblicamente hablando. A este punto deberían llegar todos los creyentes,
no obstante, surgen casos de enfriamiento en ese primer amor con Dios, que los lleva
a una especie de “catalepsia espiritual”
en la que cohabitan con algunas formas
de pecado, sólo que ahora justificado por una Biblia sacada de contexto.
PREGUNTA:
En cuál de estas etapas se encuentra usted?
MEDITELO Y DECIDA!
- REFLEXIÓN BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –