En la mente
del hombre, las imágenes del mundo se establecen como algo preconcebido y que
todos asumen como regla general. Cuando le hablamos a alguien de un avión, este
se imagina algo que vuela; pero por su mente no pasa la cantidad de componentes
que hacen que vuele o que hay cantidad de formas y características dentro de lo
que se llama un avión.
Hace unas semanas mencionábamos a los lobos disfrazados de
ovejas “falsos profetas, que vienen a vosotros con
vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos
rapaces” (Mateo 7:15) Y
así como satanás no es un personaje de
aspecto grotesco con cuernos, rabo y tridente; tampoco los lobos que
tristemente vemos al interior de la Iglesia, tienen colmillos, garras, rabo o
pelaje.
Creemos
inclusive, que Dios es un anciano de barba blanca, gordo y bonachón, que se
asemeja más un papá Noel; mientras que la Biblia dice que a Él nadie le ha
visto jamás de manera corporal y que aquel que se aventure a hacerlo, morirá
por su condición de imperfección y pecado.
Estos lobos con
sus efectos en el desarrollo del plan de Dios y Su obra, son casi
imperceptibles al ojo humano. Se debe ser bastante suspicaz espiritualmente
hablando para detectarlos. La Biblia nos manda a ser cuidadosos, “He aquí, yo os envío
como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes” (Mateo
10:16) y a estar atentos a cualquier cosa que se aparte de lo
que se enseña en ella.
Sin embargo
la tendencia del hombre es a poner su mirada en lo exterior, a poner su
confianza en la carne y tarde o temprano se estrellan con la verdad cantada por
Dios previamente. “…Maldito
el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se
aparta de Jehová” (Jeremías 17:5).
Que es muy agradable, que tiene
carisma, que predica muy bien, que se sonríe con todo el mundo; pero sólo Dios
sabe lo que hay en esos corazones “Engañoso es el corazón
más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo
Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno
según su camino, según el fruto de sus obras” (Jeremías
17:9,10).
Con ese
aspecto de individuos piadosos, hombres y mujeres engañan diariamente al
incauto que cree que lo que enseñan o practican estos lobos debe darse por
sentado, los ponen en un pedestal y hasta los idolatran como es costumbre en la
religión tradicional. Les llevan presentes, los exaltan y de ser posible les
cubren algunos de sus gastos, creyendo hacerlo para Dios.
Su
personalidad y algo que va mucho más allá: sus enseñanzas, su ejemplo y su forma
de vida, que termina afectando la de los que les siguen. No sólo están chupando
la sangre de los creyentes, sino que además están apartando a muchos, que al
descubrir sus maquinaciones, responsabilizan a Dios.
No nos
apartamos, que hay hombres con un verdadero y santo testimonio al interior de
la obra de Dios, es nuestra oración que estos se mantengan obedeciendo lo que
dice la Biblia; pero esto no nos exime de la responsabilidad de seguir sólo a
Dios y no a hombres. “Te
encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a
los muertos en su manifestación y en su reino, que
prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye,
reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2 Timoteo
4:1,2).
PREGUNTA: Se
ha encontrado usted con alguno de estos?.
MEDITELO
Y DECIDA!
- REFLEXIÓN
BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –