Todo en la vida es un asunto de mundo o no, y entre más lo permitimos, más nos vemos involucrados. Recuerdo con algo de tristeza, como en mi pasado y en mi calidad de incrédulo, el mundo fue cogiendo ventaja al punto de no ver lo que Dios tenía para mí.
Sentía la necesidad del algo más y como lo he compartido en otras reflexiones, toqué puertas en la religión tradicional en la que crecí, en otras reconocidas militancias también religiosas, pero que hoy a la luz de la Biblia veo como sectas.
Todo eso sí, con una apariencia de piedad y cuidado por sus miembros, pero con muy poco o nada de Cristo y su plan de salvación. Todo con ese velo espiritual que aparta al 90% de la población mundial de la verdad bíblica.
Pero el asunto no se queda ahí, a través de los años he visto la necesidad de irme sustrayendo total o paulatinamente de ese mundo que me invadía en el pasado. No porque alguien lo imponga; sino porque esto se va convirtiendo en una necesidad espiritual de línea personal.
Sin ser un ermitaño, sí veo como una necesidad el mantenerme fuera de las costumbres del mundo que un día fueron mías. El Señor Jesús oró por nosotros y fue enfático al esperar que siguiéramos en el mundo, pero no para el mundo “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” (Juan 17:15).
Este debería ser el común del creyente, pero aun al interior de la Iglesia, vemos como en lugar de marginar de nuestras vidas a ese mundo, le seguimos coqueteando.
Pareciera que en muchos habita el espíritu de las palabras de Eliú en Job “Porque ha dicho: De nada servirá al hombre, El conformar su voluntad a Dios” (Job 34:9). Que en lugar de apartarse de lo mundanal, se ven inclinados a esto.
Es bueno reflexionar y reconocer la triste condición de la iglesia, que cada vez se deja arrastrar más por las costumbres y tradiciones del mundo. Cada vez vamos reemplazando más palabras bíblicas de nuestro léxico, al punto de recomendar las versiones nuevas y con lenguajes más “contemporáneos”.
Soy un convencido de que lo único que transforma la vida de una persona como lo hizo conmigo, es la Palabra. Nada más puede hacerlo, ni el mensaje del pastor por convincente que sea o los muchos libros con trasfondo cristiano que hay.
Pero entonces viene un verso que nos insta a recapacitar “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo;…” (Hebreos 3:12), y a asumir una posición responsable al respecto.
Y para cerrar nos encontramos con una aún amable invitación para acercarnos “…como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia;” (1 Pedro 1:4).
REFLEXIÓN: Nada más lejano de Dios que conformarse al mundo”
REFLEXIONAR ES INHERENTE AL SABIO!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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