Hace muchos años una población con la que teníamos vínculos cercanos por los negocios de mi padre sufrió una tragedia. Un gran trozo de tierra se desprendió de una montaña en la madrugada cayendo a una laguna en altura y entrando posteriormente al rio se convirtió en una avalancha de lodo que arrasó con gran parte de este.
Un camionero que acababa de atravesar el pueblo minutos antes del evento, se percató de la situación, giro su camión y bajo por la calle principal haciendo sonar sus fuertes cornetas y gritando para advertirlo, cosa que puso en alerta a la gente y muchos se salvaron.
Hablando de cositas varias y con las que tenemos que ver en el día a día, es bueno reflexionar como creyentes, sobre el incrédulo promedio que camina por el frente de su casa o al interior mismo de esta.
Para nadie es un secreto lo que se viene y a muy corto plazo para la humanidad; para ningún creyente es nuevo lo que el plan profético del Señor plantea en Su Palabra y cuál es el próximo evento a suceder.
El tiempo se está acabando, no para el hijo de Dios que ya es de Su familia y se ira con Cristo como parte de Su Iglesia en cualquier momento, lo es para todas esas personas representadas en familia extendida, amigos, conocidos, desconocidos y aún enemigos.
Cientos de años atrás, lo escribió el profeta Miqueas para el pueblo de Israel en su alejamiento de Dios; pero no dista de lo que está escrito para estos tiempos “Oíd, pueblos todos; está atenta, tierra, y cuanto hay en ti; y Jehová el Señor, el Señor desde su santo templo, sea testigo contra vosotros” (Miqueas 1:2).
Es cierto que hablamos del Antiguo Testamento y para el pueblo de Israel en estos versos, pero algo más catastrófico esta en el Nuevo para nuestros días. Ya no es tiempo de ignorar o subestimar la palabra de Dios.
Es tiempo de tomar acciones efectivas para salvar a todas estas personas. Bajar por las calles principales y haciendo sonar, no las cornetas de nuestros carros, sino lo que dice la Biblia.
“Porque he aquí, Jehová sale de su lugar, y descenderá y hollará las alturas de la tierra.” (V:3). Esto no es terrorismo espiritual, es una simple, pero rotunda advertencia de lo que se viene en cualquier momento.
Entonces apreciado hermano creyente, qué hay de aquellos entre los que hay muchos de los suyos en la sangre, su vecino o su jefe?. Su destino eterno está en juego, y que bueno sería tenerlos con nosotros en el cielo.
REFLEXIÓN: Ellos están al borde de algo peor que una avalancha y usted no tiene el camión, tiene la Biblia!
REFLEXIONAR ES INHERENTE AL SABIO!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
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