Dentro de todo lo que podemos reflexionar y comentar con ánimo constructivo para el creyente en general, nos encontramos otro detallito, que tal vez seguimos pasando por alto al interior de nuestras congregaciones.
Conocemos de un caso, en el que un joven médico de una familia conocida, tan pronto como terminó la soñada carrera que su papá quería, recibió el diploma, se lo entregó y le dijo: aquí esta su cartón, hasta nunca!.
Evidentemente no es un caso aislado, es el de muchos que son inducidos a estudiar algo que no les llama la atención o para lo que no tienen la habilidad. No hay nada más triste en el mundo laboral, que tener que hacer lo que no le gusta a uno.
Y si esto es en el mundo, con mucha más razón los creyentes deberíamos ser más sensibles a la voluntad de Dios. El creyente tiene un manual que pareciera no usar en la mayor parte de sus decisiones.
Soy persona de manuales y sin los que no estaría aquí escribiendo este mensaje de parte del Señor. Preguntémonos qué hace un piloto sin el manual de rutas aéreas o de los sistemas del avión?. Que hace un ingeniero sin los planos de una construcción en marcha?.
En la reflexión anterior, hablamos del cambio que se ha venido haciendo en la palabra escrita de Dios, de cómo viene afectando a las generaciones presentes y lo hará con las futuras. Al punto de que esa falta de reverencia hacia la Biblia, esté haciendo que los jóvenes vayan a sus grupos de iglesia, con deseos de todo menos de escuchar Palabra.
Pero este es otro tema de reflexión, y por lo pronto ajustémonos al tema de los dones que no siempre son los mismos para todos. Es cierto que Dios los da “Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios” (Romanos 11:29); pero cuál es el suyo?.
Es importante ver el grado de compromiso de cada creyente hacia la Obra, pero también es definitivo identificar cuál es su habilidad, su destreza y lo más importante, cuál es ese “don” entregado por el Espíritu Santo.
No todos podemos predicar, enseñar, servir, barrer el piso o ir de misioneros. “De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe” (Romanos 12:6).
El meollo del asunto como decimos, está en la medida de fe que hay en cada uno, pero se debe ejercitar la sabiduría al involucrarse en el Ministerio. De ahí que veamos tanta falta de palabra efectiva desde el púlpito, que impacte vidas y trasforme, porque de una u otra forma todos tenemos que ser tratados.
Ayer justamente escuchaba, cómo en lugar de entregarse un mensaje claro de parte de Dios, se hacía una transmisión de información que cualquiera puede leer en la Biblia.
El Señor no sube a alguien al púlpito para decir que Abraham era el padre de Isaac e Isaac el padre de Jacob y Esaú; la idea es permitir que sea el Espíritu quien entregue una enseñanza que edifique a la Iglesia.
La verdad, es que a los que escuchamos Palabra de Dios entre semana con maestros bíblicos, se nos bajan las calorías espirituales con estos calditos de domingo y que por el contrario deberían fortalecernos.
REFLEXIÓN: No hay nada menos edificante, que servir en el lugar equivocado de un Ministerio!
REFLEXIONAR ES INHERENTE AL SABIO!
- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –
¡COMPARTIR PALABRA HACE LA DIFERENCIA!