jueves, 19 de diciembre de 2024

EL APELLIDO

Como seres humanos y miembros de la sociedad, hemos sido llamados a pertenecer a una familia, a tener una madre, un padre, hermanos y demás. Obviamente hay casos de casos y basados en lo complicado del pecado existente en la humanidad, y habrá aquellos que llegan dentro de otros parámetros.

Pero cualquiera que sea el caso a nivel legal, cada individuo, hombre o mujer debe ser registrado y para esos efectos se necesita que alguien lo reconozca y le entregue su apellido.

Esto representa su reconocimiento como miembro de una familia, sociedad y como ciudadano de un país.  Esto con las arandelas propias de una ciudadanía que hoy por hoy tiende a ser desvirtuada por los efectos migratorios.

Pero para el tema que nos ocupa en esta reflexión y como creyentes, es bueno recordar que una vez que hemos llegado a los pies de Cristo, toda nuestra logística espiritual cambia y en medio de todo hemos entrado a ser migrantes en lo que a pertenencia familiar se refiere.

Ya no somos sólo hijos de los señores tal o cual, sino que pasamos a ser hijos de Dios Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo” (Romanos 8:17). No hace falta más claridad bíblica sobre este tema, pero si hay algo de suma importancia a tenerse en cuanta para esta nueva vida.

Una de las cosas en las que tenemos o teníamos cuidado los seres humanos, era nuestro buen nombre. La Biblia habla de la importancia de tener uno bueno y dejárselo a nuestros hijos “De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, Y la buena fama más que la plata y el oro” (Proverbios 22:1).

Obviamente las cosas se han deteriorado al punto, de que poco o nada le interesa a muchos lo que digan de ellos, pero al fin y al cabo este es un tema de cada persona, que cada uno maneja como cree; pero por el que habrá de dar cuenta con Dios.

Pero si regresamos al creyente, es de vital importancia que dimensionemos lo que significa ser hijos de Dios. Él no sólo nos ha dado la salvación y una vida en Cristo, nos ha dado su apellido que por si no lo recuerda apreciado hermano es: Cristiano.

Que la gente que nos rodea conozca de Cristo tiene tanto de ancho como de largo. Oramos eventualmente porque la gente se acerque a Dios, pero cómo lograrlo?. Esta es una responsabilidad que no sólo  recae en la voluntad de Dios.

Esta es más una respuesta a lo que yo como cristiano dejo ver en mi vida. Cómo puedo esperar que el incrédulo se acerque a Dios con el mal testimonio de uno de Sus hijos?. Yo no lo haría y sé que la mayoría de los incrédulos tampoco.

Entonces esta es una responsabilidad de un alcance impresionante, usar el apellido de Dios no es asunto para tomar a la ligera y ojo, será algo por lo que definitivamente habremos de dar cuenta.

REFLEXIÓN: No sólo de trata de decir que soy cristiano, se trata de guarda un reputación!

REFLEXIONAR ES INHERENTE AL SABIO!

- BASADA EN LA VERSIÓN REINA-VALERA 1.960 –

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